Manfredo Monforte Moreno
GD (r) Dr. Ingeniero de Armamento. Artillero.
De la Academia de las Ciencias y las Artes Militares
Los Pactos de Madrid (1953) entre España y los Estados Unidos de América fijaban el uso conjunto de cuatro bases militares (Rota, Zaragoza, Torrejón y Morón) a cambio de ayuda militar que se materializaría con materiales provenientes de la guerra de Corea (1950-53) y Vietnam (1960-1973). Los que pasamos por la Academia General Militar en los años 70 del siglo pasado recordamos los viejos camiones GMC y Jeep Willys de gasolina de la primera y los REO diésel remolcando los obuses M114 de 155/23 de la segunda.
En 1975, España abandonaba el Sáhara Occidental tras la Marcha Verde de Marruecos sobre territorio español. Los Estados Unidos prohibieron el uso del material cedido a España en aquel conflicto. De hecho, el despliegue del Grupo ATP XII (el “Expedicionario”) fue posible gracias a contar con material adquirido, no cedido.
Tras la invasión de Ucrania por parte de la Federación Rusa, los países occidentales se han volcado en ayuda material al ejército ucraniano, pero han aparecido sombras en dicho apoyo. Así, por ejemplo, Suiza vetó la cesión de los cañones antiaéreos Oerlikon 35/90 cuya entrega estaba prevista por España. Lo mismo ha pasado con los carros de combate Leopard en servicio en Alemania y otra docena de países. A pesar del plácet de liberales y verdes de la coalición en el gobierno, el canciller Scholz se niega (de momento) a liberar su cesión por terceros países usuarios a Ucrania, mientras el Reino Unido se dispone a contribuir con sus Chalenger 2, Francia dona medios blindados y los EE.UU. preparan un nuevo envío por valor de 2.500 M de dólares, incluyendo vehículos de infantería Stryker (ruedas) y Bradley (cadenas).
La situación planteada por Alemania respecto a sus carros Leopard es como si la Guardia Civil tuviese que pedir permiso a Israel para usar el arma reglamentaria (las controvertidas Ramon). Desde luego, aunque no obtuvieran el nihil obstat alemán, países como Polonia y Lituania podrían entregar sus carros aun sin conocer las consecuencias legales a que hubiera lugar, pues podría tratarse de un abuso de posición.
España cuenta con 42 carros Leopard en reserva preparados para su entrega una vez se reacondicionen para el servicio, algo que no sería demasiado complejo, aunque el coste de la operación no será pequeño. Cuestión aparte son las transmisiones, el sistema de gestión de batalla LINCE y otros detalles, como el idioma de pantallas e indicadores, el armamento auxiliar, las municiones, los lotes de a bordo, los repuestos y la formación de tripulaciones y unidades de apoyo logístico. Si la decisión política prospera, estoy convencido de que el Ejército de Tierra cumplirá el encargo con calidad, eficacia y rapidez, como siempre.
Dada la insistencia del presidente Zelensky, tanto en Trece Tv como en RTVE 24 h me han preguntado repetidamente por la importancia del Leopard en el campo de batalla y su influencia en el desarrollo de la guerra. Los periodistas, que conocen bien el día a día de las operaciones, tienen curiosidad por saber si el Leopard supone contar con el arma definitiva.
Mi opinión es que, desde el punto de vista técnico, habría que formar tripulaciones y cadenas logísticas encargadas de su mantenimiento y suministro de repuestos. Los sistemas de comunicaciones y gestión de batalla deberían entenderse con los del ejército ucraniano (radios, BMS…) y las tripulaciones entender el idioma de los ordenadores, que posiblemente presentarían la información en el idioma del país donante. Naturalmente, el problema se complica cuando los potenciales donantes hablan diferentes idiomas (polaco, griego, español, alemán…) y han adaptado sus carros a su doctrina y procedimientos.
En cuanto al despliegue táctico, la superioridad de un sistema tiene que ver con la bondad de su diseño, no cabe duda, pero fundamentalmente con su número, planteamiento de la maniobra y destreza de los carristas y mandos a la hora de emplearlos. Desplegar unos pocos Leopard puede facilitar el cumplimiento de misiones aisladas; para otorgar una superioridad real necesitan de la inteligencia sobre los movimientos y medios enemigos, elementos de exploración, una eficaz defensa antiaérea, compartir el terreno con vehículos de combate de infantería e ingenieros de forma coordinada y contar con apoyos de fuego capaces de seguir el movimiento de las modernas unidades acorazadas.
Si los fabricantes de armamento se viesen obligados a incluir cláusulas en sus contratos de venta a terceros países como los que parecen tener los Leopard fuera de Alemania, podríamos encontrarnos con la paradoja de que el gobierno Scholz pueda prohibir el uso de los fusiles HK G36 en la misión del Líbano o los noruegos impedirnos el uso de la munición fabricada por su filial en Palencia.
España necesita autonomía tecnológica y mantener ciertas capacidades estratégicas de fabricación, amén de unas reservas de guerra suficientes para enfrentarse a nuevas situaciones y conflictos. No podemos depender de otros. Nos jugamos nuestra seguridad.
Imágenes: Google Images
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