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Emprendimiento: actitud, conocimiento y habilidades

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  • hace 15 horas
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Manfredo Monforte Moreno

GD (r) Dr. Ingeniero de Armamento. MBA. MTIC. Artillero

De la Academia de las Ciencias y las Artes Militares

 

Sirva este texto para animar a cuantos han iniciado un proyecto empresarial o les ronda por la cabeza emprender uno y les falta un pequeño empujón para empezar a hacer realidad su sueño. Salvando las enormes distancias de tiempo y altura intelectual, mi referencia es la primera lección del curso que el padre Eximeno, Jefe de Estudios, pronunció a los cadetes en la Academia de Artillería el 16 de mayo de 1764. 3 años más tarde de aquel discurso histórico, que recomiendo leer en internet, el sacerdote fue expulsado de España junto a toda la orden Jesuita. Así somos. No hablaré para los cadetes, sino para cuantos emprenden o quieren hacerlo en el futuro.

He tenido la suerte de trabajar por y para la industrialización innovadora dual de una provincia española durante los últimos meses lo que, junto a mi experiencia como docente en una materia básica como es la gestión de proyectos y consultor empresarial, me ha permitido constatar la fuerza y tesón de los jóvenes y no tan jóvenes españoles, empresarios, investigadores, profesores y gente de a pie, lo que anticipa un futuro ilusionante en cuanto a generación de empleo, riqueza y enraizamiento de la población. De alguna manera debemos cambiar la tendencia migratoria de nuestro talento; el emprendimiento es una buena forma de hacerlo.

La milenaria historia de España nos enseña que las culturas pueden convivir y prosperar juntas. Así pasó en Toledo y Córdoba, por citar algunos ejemplos. Ese es el mismo espíritu que debe tener un emprendedor: unir ideas diversas para crear algo único.

Un proverbio chino dice: "el mejor momento para plantar un árbol fue hace veinte años. El segundo mejor momento es ahora." Nunca es tarde para empezar, porque como apuntilla San Francisco de Asís: "comienza haciendo lo que es necesario, luego lo que es posible y de repente te encontrarás haciendo lo imposible."

Numerosos ejemplos nos muestran que conformarse con hacer lo mismo de siempre y de la forma como se ha hecho lleva al aburrimiento, la autocomplacencia y la rutina. Basta pensar en empresas como Nokia, Kodak, Benetton o los fabricantes de braseros para mesas camilla sin ir más lejos. Nadie puede dormirse en los laureles; al igual que en el mundo natural, hay que adaptarse o morir.

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Todo emprendedor sabe que las oportunidades no pasan, las creas, que las ideas no bastan, sino que hay que levantarse cada día para ir sumando pequeños y repetidos micro-esfuerzos y que lo importante no es la velocidad a la que se progresa, sino mantenerse dando pasitos de bebé sin parar de caminar, como el conejo de Duracell o las muñecas de famosa dirigiéndose al Portal. Lo único que separa a los emprendedores con éxito de los que han fracasado es la perseverancia, la insistencia y, en términos militares, la voluntad de vencer. De hecho, si crees que puedes, ya estás a medio camino.

El caso de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares es un buen ejemplo de emprendimiento “senior”. Su creación se propuso en su día a Isabel II, pero la idea fue rechazada. Siglo y medio después, la iniciativa de su creación partió de la Asociación Española de Militares Escritores cuando celebraba su junta directiva en diciembre de 2016. Durante aquellas navidades se redactó un primer borrador de estatutos de la futura Academia. Con el apoyo de varios miembros de la asociación, su presidente propuso el nombre de quien podría ser la persona que debía figurar al frente de la futura Academia quien, al acceder al encargo, daba los primeros pasos de la nueva institución. Redactada la versión final e inscrita formalmente el 10 de abril de 2018 en el Registro Nacional de Asociaciones, se configuró una junta directiva centrada en la redacción del Reglamento de Régimen Interior y del Escudo y Lema. Desde entonces se han dado pequeños pasos en un esfuerzo por mantenerse, crecer y alcanzar poco a poco sus objetivos fundacionales. Casi ocho años después, la Academia es un caso de éxito grupal por la que muchos no daban un duro en sus comienzos. Se equivocaban, porque aquí estamos, cada día más ilusionados y comprometidos.

Mi trayectoria profesional y mi edad me permiten afirmar que el camino del emprendimiento y la innovación está jalonado por altibajos, con momentos de euforia y de frustración. Un simple cambio normativo pone en peligro el trabajo de años; un avance tecnológico puede dar al traste con lo hecho con esfuerzo y dedicación; un bache personal, una traición o un malentendido puede hacernos dudar. ¡Cuántos deportistas de élite o empresarios exitosos han pensado en tirar la toalla más de una vez! El desánimo y el fracaso son parte de las piedras del camino. Tropezar y levantarse es la única forma de llegar lejos, aunque no se alcance el éxito que un día soñamos.

Déjenme que traiga aquí la parábola de los tres hermanos recogida en una canción del cubano Silvio Rodríguez. Dice así: de tres hermanos, el mayor salió al camino sin dejar de mirar al horizonte al que quería llegar. Sin bajar la mirada, iba tropezando en las piedras del camino, tanto, que acabó por rendirse por las heridas y el dolor. Sabiendo lo que le había pasado al primero, el segundo avanzó fijándose continuamente en las piedras para no caer, pero sin mirar a lo lejos. Como consecuencia, no tropezó, pero se perdió y no alcanzó la meta. El tercero, advertido por lo ocurrido, salió al camino e iba mirando con un ojo a las piedras y con el otro al horizonte. Tampoco llegó al final, pero fue el que más lejos llegó.

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La clave es la resiliencia, es decir, lo que la adversidad te enseña. Porque cuando menos te lo esperas encuentras un hallazgo inesperado y valioso que lo cambia todo. Un ejemplo es el proyecto farmacéutico que buscaba un medicamento para mejorar la vida de enfermos con cardiopatía… probado en humanos el principio activo, apareció un efecto inesperado: habían obtenido la Viagra. Lo mismo está ocurriendo con el fármaco Ozempic formulado contra la diabetes, que también sirve para combatir la obesidad.

En todos los casos, la serendipia no le ocurre a quien espera, sentado frente al mar viendo batir las olas en la orilla a que la oportunidad aparezca en el horizonte o a que la idea caiga llovida del cielo. Las musas deben encontrarte trabajando para que puedas sustanciar la idea con sentido del propósito y del negocio, lo que implica comprender qué es lo que inclina a que alguien apueste por tu idea, producto o servicio.  Pondré un ejemplo:

En Boston, un librero tenía una modesta tienda cerca de una prestigiosa universidad. Un profesor entraba de vez en cuando y compraba un libro de 15 dólares. La atención con la que le atendía el propietario era esmerada y muy profesional, comprendiendo los gustos de su cliente, lo que sorprendía al docente. Tras varios años de fidelidad al pequeño negocio, el profesor le preguntó al librero el porqué de atenderle con tal diligencia, y más cuando solía comprar libros baratos de bolsillo. La respuesta del librero, un viejo encorvado de pelo blanco y gafas de gruesos cristales, le dio una lección al experimentado profesor de la escuela de negocios de Harvard: yo a usted no lo veo como un cliente que compra algún libro de 10 o 20 dólares. Creo que ha estado entrando en esta tienda durante los últimos quince o veinte años y siempre sale con un par de libros en la cartera, lo que hace un total de más de 400 libros, lo que supone un gasto de 6 u 8.000 dólares. Usted no es un lector cualquiera; ninguno lo es. Usted no es un cliente de 10 dólares, sino de 8.000 y debo prestarle la atención que merece comprador tan importante.

Ese y no otro es el sentido de negocio que necesita cualquier emprendedor. No hay que querer comerse la almendra y dejarlo todo al partirse los dientes intentando abrirla pues hay herramientas para cada tarea. Conseguir un nuevo cliente cuesta hasta seis veces más tiempo y dinero que fidelizar al habitual. Hay que mimar al cliente para que lo siga siendo y deseche otras alternativas.  

El emprendimiento tiene tres inhibidores:

El primero: “no tengo suficiente dinero". La realidad es que se empieza con ideas, no con hipotecas. La financiación es un medio, no el punto de partida.

El segundo: “es demasiado arriesgado”. Sin reconocer que el mayor riesgo es la inacción. El mundo cambia rápido, la seguridad de ayer es la obsolescencia de hoy y los trenes pasan pocas veces: aprovéchalos.

Y el tercero: “eso ya lo han intentado otros y fracasaron”. El antídoto: creer en tu idea, tu voluntad y determinación.

Fomentar el emprendimiento necesita de un robusto ecosistema de apoyo que incluya formación, financiación y espacios de relaciones personales. Las estrategias para impulsar el emprendimiento se centran en algunos pilares imprescindibles:

·         Formación y capacitación: ofrecer talleres especializados, conferencias, clases magistrales y mentoría personalizada para el desarrollo de habilidades blandas, herramientas de profesionalización y gestión de negocio.

·         Financiación: facilitar el acceso a ayudas, subvenciones y líneas de crédito con bajos intereses o periodos de carencia dirigidas a autónomos, jóvenes y proyectos específicos (como son los proyectos innovadores de emprendimiento femenino y de personas de edad).

·         Acompañamiento técnico y alojamiento: brindar asesoramiento integral en la elaboración del plan de negocio, la elección de la forma jurídica y ofrecer espacios físicos gratuitos o subvencionados (viveros, incubadoras) para el despegue inicial.

·         Relaciones interpersonales y visibilidad: crear oportunidades para la generación de sinergias, la vinculación con el mundo empresarial e inversores y la visibilización de los proyectos a través de días de demostración, ferias provinciales, jornadas o galas de premios al emprendimiento innovador.

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El emprendedor de hoy debe pensar local y actuar global. Eso implica ir más allá de los efectos de las crecientes inversiones públicas —y privadas— en el sector de seguridad y defensa. Existen grandes oportunidades para las empresas tecnológicas en  el sector, como también las hay en el desarrollo de la industria del hidrógeno verde, la biotecnología, la fabricación aditiva —y los nuevos modelos de negocio que la acompañan—, la ciberseguridad, la inteligencia artificial, la consultoría, la innovación agroalimentaria, la acuicultura… en fin, que se abre un enorme abanico de oportunidades de negocio local, provincial, regional, nacional e internacional que, bien aprovechadas, harán que la fuga de talento se detenga y cambie de sentido. Los jóvenes sólo se quedarán en España si ven oportunidades para desarrollar un proyecto vital atractivo.

Hacer que las pequeñas empresas exporten es un proceso que requiere de un plan estructurado, apoyo institucional y recursos financieros. La clave es abordar la exportación no como una simple venta ocasional, sino como una acción estratégica.

En primer lugar, hay que prepararse y hacer un diagnóstico interno para saber si podemos servir al mercado exterior y conocer nuestra capacidad de producción y financiera para saber si se puede asumir el aumento de la demanda y sostener la inversión inicial necesaria en cuanto a asistencias a ferias, viajes o certificaciones. Además, hay que saber si nuestro producto o servicio está adaptado al mercado objetivo, pues debe cumplir con la normativa, etiquetado, certificaciones y estándares del país destino. Esto puede requerir una adaptación del producto, el nombre comercial o el empaquetado (un ejemplo, un modelo de todo terreno Mitsubishi se llama en todo el mundo «Pajero», salvo en España, donde cambia el nombre por «Montero», las razones son obvias). Se necesitará personal con conocimientos y disposición para aprender sobre comercio exterior, logística, trámites aduaneros e idiomas.

En cualquier caso, la apertura hacia mercados exteriores debe ser dirigida y selectiva, no al azar, pues hay que identificar países con potencial real, priorizando aquellos cercanos o con afinidad cultural o de consumo y donde la competencia sea asumible. No podemos promocionar los productos del cerdo de Guijuelo en Arabia Saudí, ni vender máquinas de hacer hielo en Laponia. Es imprescindible estudiar la demanda, la competencia, los precios de mercado y los canales de distribución en el país objetivo. La venta online es un buen inicio, aunque presenta luces y sombras. Es algo parecido a cuando se quiere formar parte de la cadena de suministro de las grandes empresas españolas o europeas, para lo que hay que realizar una aproximación a los potenciales clientes de una manera parecida a la exportación, es decir, a partir de un estudio detallado y un plan de acción estratégica.

Un suministrador Tier 1 o proveedor de nivel 1 es una empresa que suministra directamente componentes, subsistemas, o módulos completos a un fabricante de equipos originales como una gran empresa automotriz, militar o de gran consumo.

Los grandes integradores clasifican a sus proveedores por niveles en función de su relación y proximidad con el fabricante final.

ü  Tier 1: Empresas como Bosch (suministra sistemas de frenos o sistemas de control de motor)

ü  Tier 2 (Nivel 2): suministra componentes más simples o piezas al Tier 1, no directamente al integrador (ej. la pantalla táctil o el cableado para el sistema de navegación).

ü  Tier 3 (Nivel 3): suministra materias primas o componentes básicos al Tier 2 (ej. las tarjetas electrónicas o el cuero para los asientos de un vehículo).

Los emprendedores deben ser conscientes de sus capacidades respecto de a quién se puede empezar a suministrar en función de su nivel y tecnología.

El éxito de mi vecino es el éxito de todos; necesitamos un ecosistema donde nos ayudemos, donde los mayores sean mentores de los jóvenes, en el que la experiencia y el conocimiento no salga por la puerta cada día o se pierda en la cabeza de los jubilados. Hay que dejar a un lado el creciente edadismo y aprovechar la experiencia de los mayores: su valor, aunque intangible, es incalculable.

En el mundo del emprendimiento, a menudo nos obsesionamos con el plan de negocio, la financiación o la tecnología. Sin embargo, el motor oculto que determina si un proyecto sobrevive al "valle de la muerte" o prospera no es técnico, sino mental. Como suele decirse en el mundo empresarial: "te contratan por tus aptitudes, pero te despiden o te rindes por tu actitud". Para cualquier trabajador, lo importante no es ser empleado sino empleable.

Soy ingeniero y no me resisto a plantear una ecuación. Para entender el peso de la actitud, nada mejor que la famosa fórmula popularizada por Victor Küppers.

El valor de un emprendedor se puede representar mediante una fórmula matemática y es igual a la suma del Conocimiento más las Habilidades multiplicada por la Actitud.

Conocimiento es lo que sabes: márquetin, finanzas, informática, mecánica o diseño.

Habilidad es lo que sabes hacer, vender, programar o gestionar.

Actitud es tu manera de ser y enfrentar las cosas.

En la fórmula de Küppers los conocimientos y las habilidades suman, pero la actitud multiplica. Si tu actitud es cero, tu valor como emprendedor es cero, sin importar cuántos títulos tengas.

Hay 5 pilares en la actitud emprendedora, esa que multiplica. No basta con "ser positivo". La actitud emprendedora se compone de cinco músculos mentales específicos:

1.      Resiliencia o antifragilidad: el emprendimiento nada en un mar de problemas disfrazados de oportunidades. No es solo aguantar el golpe, es hacerse más fuerte con él. Cuando un cliente rechaza una propuesta, no pienses "no sirvo para esto", sino "¿qué aprendí para que el siguiente diga que sí?"

2.      Mentalidad de crecimiento: basado en los estudios de Carol Dweck, la actitud correcta es creer que tu talento se puede desarrollar. El fracaso no es una etiqueta permanente, es un suceso para aprender y mejorar. Es el salto de "no sé hacer esto" a "aún no sé hacer esto, pero voy a aprender".

3.      Proactividad radical: dejar de ser un espectador de las circunstancias y convertirte en protagonista. No esperar a que el mercado cambie a tu favor, sino salir a buscar el nicho que te necesita hoy.

4.      Optimismo Inteligente: no se trata de un optimismo ciego, pues la magia no existe y el Creador no está pendiente de ayudarte por mucho que le reces. Ver la realidad con crudeza, reconocer los riesgos, pero mantener la fe inquebrantable eñ que encontrarás una solución, en que saldrás adelante. Es la paradoja de Stockdale, un concepto psicológico y de liderazgo que describe la capacidad de sostener ideas opuestas en la mente al mismo tiempo para sobrevivir a situaciones extremas. Fue popularizada por Jim Collins en su libro Good to Great (de bueno a grande), basándose en la experiencia del almirante James Stockdale, un oficial de la marina de los EE. UU. que fue capturado durante la Guerra de Vietnam. Pasó ocho años como prisionero de guerra en el infame "Hanoi Hilton". Durante ese tiempo fue torturado repetidamente, no tenía derechos, ni fecha de liberación, ni certeza de volver a ver a su familia. A pesar de todo, sobrevivió y salió de allí fortalecido, convirtiéndose en un filósofo estoico practicante.

5.      Humildad y curiosidad: reconocer que no lo sabes todo. Estar dispuesto a escuchar a tu equipo, a tus clientes y a cambiar de opinión si los datos te contradicen. Además, un emprendedor termina por tener que enseñar a alguien que cree que ya no tiene nada que aprender, uno de los desafíos más grandes en la pedagogía y el liderazgo corporativo. A menudo, esta actitud no nace de la arrogancia pura, sino de la inseguridad o de una falta de autoconciencia (es el llamado efecto Dunning-Kruger). La clave no es imponer el conocimiento, sino crear la necesidad de él, cambiando el rol del emprendedor de maestro a facilitador. Hay que contratar a los mejores para que nos enseñen lo que hay que hacer, no para que hagan lo que les digamos, decía Steve Jobs. El sabelotodo ve al maestro tradicional como una amenaza a su estatus. Si te pones por encima, competirá contigo. Posiciónate como un guía tangencial. No digas: "te voy a enseñar cómo se hace". Di: "vamos a analizar juntos cómo optimizar este proceso". Y nada mejor que el método socrático que apuesta por preguntar en vez de afirmar. En lugar de corregir errores (lo que levanta defensas), haz preguntas que lleven a que descubra sus propias lagunas. En lugar de decir: "Eso no va a funcionar porque el servidor no aguantará", pregunta: "Buen enfoque, pero si tuviéramos un pico de tráfico del 300% con esa configuración, ¿cómo crees que respondería el sistema?" Si no tiene respuesta, se dará cuenta por sí mismo de que le falta información sin que tú se lo digas.

No me resisto a citar las cuatro H que han protagonizado mi vida profesional: todo equipo emprendedor requiere un determinado tipo de liderazgo, lo que implica trabajar y ejercer el mando con humildad, reconociendo los propios límites; con humanidad, dirigiendo personas de dispar carácter y destreza; con honestidad, siendo consecuente entre lo que se piensa y hace, y por supuesto, con humor, pues la gravedad y la tristeza en poco contribuyen al cumplimiento de la misión.

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Escuchar, escuchar y después escuchar: al socio, a los padres, a los subordinados, al suministrador, al amigo, a la pareja, a los hijos, al usuario, al funcionario que gestiona las licencias… escuchar activamente para comprender, no para anticipar la respuesta y responder.

En definitiva, la aptitud se adquiere en los libros, los cursos y las escuelas; la facultad requiere algo más: la titulación. Pero la actitud se forja con hábitos y carácter. Las primeras son fáciles de valorar leyendo el currículo; la actitud, la inteligencia emocional, la proactividad, el carácter resolutivo, la resiliencia o la sociabilidad se valoran sobre el terreno y se trabajan a lo largo de la vida.

El mercado está lleno de gente talentosa con grandes ideas que nunca despegaron porque se rindieron al primer obstáculo. Tu producto puede ser copiado, tu estrategia puede ser imitada, sólo hace falta tiempo y dinero, pero tu actitud es la ventaja competitiva más difícil de imitar y replicar. La pasión te levanta por la mañana tras un mal día, pero la pasión sin disciplina es sólo un hobby.

¿Qué les digo hoy a los jóvenes?: no esperéis a que el trabajo venga a vosotros, buscadlo o creadlo. Vuestra falta de experiencia es vuestro mayor activo, pues no estáis atados a las viejas reglas.

¿Y a los profesionales establecidos?: usad vuestro saber hacer, vuestro know-how porque vuestra experiencia es oro de 24 kilates. Emprended e innovad dentro de vuestras empresas, lanzad proyectos laterales disruptivos, adelantaos a las necesidades del mercado. Y transmitid vuestros conocimientos a los más jóvenes, esos que ocuparán vuestros despachos en unos años.

¿Y a las instituciones?: apoyad con menos burocracia, normativa, carga impositiva y más comprensión y capital semilla.

Un último mensaje: la NASA tiene una regla que se llama de los 10 segundos. Los astronautas entrenan para sobrevivir en el espacio, pues no hay problema tan grave que no puedas empeorarlo con una reacción impulsiva. Ellos lo saben: cuando suena una alarma, no toques nada, no hables y cuenta hasta diez. Tienes que dejar que el miedo pase para que, entre la lógica, ya que en los primeros segundos tras una crisis el cerebro sólo quiere huir o luchar sin pensar. En la tierra el espacio es un email agresivo de un cliente, un ciberataque, una caída del servidor o una discusión con tu pareja. Si reaccionas en el primer segundo, seguro que empeoras el problema. Cuando recibas el golpe, respira, cuenta diez y responde con lógica y un plan, no con rabia. La inteligencia no es saberlo todo sino tener control de tus impulsos cuando todo sale mal.

España se agostará si no tiene un corazón que la mantenga, un motor llamado patriotismo sustanciado en un sentimiento colectivo de pertenencia, de respeto a su pasado, de aprecio por sus triunfos y dolor por sus derrotas; y de esperanza común en su porvenir, sintiendo como propios los avatares de todos. Patriotismo es un intangible que subordina los intereses personales, provinciales, regionales, locales, de partido, sindicato, grupo o cuna a los intereses generales. Ser patriota es vibrar con tu gente, sufrir y gozar con ella; estar orgulloso de ser español y trabajar para crear riqueza. Afortunadamente, hoy existe en nuestra tierra una inmensa mayoría silenciosa de patriotas que, cada uno a su manera, muchos venidos de muy lejos, se esfuerza día a día sin darse cuenta de su enorme contribución al bien común. Muchos de ellos ya optan por el autoempleo y el emprendimiento.

Termino con una reflexión de Goethe que define con precisión la esencia del emprendimiento:

Hasta que uno se compromete, existe la duda y la posibilidad de retirarse. En todos los actos de iniciativa y creación existe una verdad elemental y el ignorarla elimina innumerables ideas y planes magníficos: en el momento en que uno se compromete, también interviene la providencia y la suerte.

Ocurren entonces todo tipo de cosas positivas, que de otro modo nunca se habrían producido. Una serie de acontecimientos derivan de esa decisión, poniendo a favor de uno incidentes fortuitos, encuentros y apoyo material, que nadie podría haber soñado con lograr. Sea cual sea tu sueño, comiénzalo. La audacia tiene genio, poder y magia. 

 
 
 

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