Manfredo Monforte Moreno
GD (r) Dr. Ingeniero de Armamento. MBA. MTIC.
De la Academia de las Ciencias y la Artes Militares.
El 28 de julio de 2021 publiqué en este blog el artículo “¿Estamos perdiendo vocaciones militares?”. En él comentaba que durante más de 25 años he tenido el honor de preparar como profesor a un gran número de aspirantes a las Fuerzas Armadas y Guardia Civil en el desaparecido Grupo Preparación San Fernando de Madrid, una cooperativa de trabajo asociado fundada por militares en 1981 tras la disolución del Grupo Premilitar del ICAI y disuelta en 2023.
En el sistema antiguo de concurso-oposición, además del reconocimiento médico y las pruebas físicas, los aspirantes se enfrentaban a un examen de física, química y matemáticas (teoría y problemas) más otro de idioma extranjero. La nota obtenida en la selectividad y otros méritos sumaban en la calificación final. Pocos aspirantes superaban el proceso selectivo a la primera, tardando en ingresar dos o tres años de dura preparación. Con el esfuerzo realizado, aquellos que no alcanzaban el ingreso contaban con una sólida base académica que les permitía abordar cualquier carrera universitaria con garantías de éxito. Conozco muchísimos ejemplos de lo que digo, y en casi todos los casos reconocen que parte de su éxito en el mundo civil se lo deben a la formación científica y humana recibida pese a no haber ingresado. A las clases de preparación se acudía con corbata (los caballeros) y se mantenía una disciplina que anticipaba lo que los alumnos encontrarían al ingresar.
El hecho de renunciar a seguir con los estudios universitarios para dedicar su tiempo y esfuerzo a preparar una oposición de éxito incierto demostraba un compromiso y una incipiente vocación que les ayudaba a superar las dificultades de un camino de dudoso final. En mis años de preparador he visto a jóvenes decididos, ilusionados y que tenían muy claro lo que querían hacer con sus vidas. Uno, dos o tres años de trabajo sin premio son muy duros; algunos llegaron a hacerse soldados para contar con más convocatorias. Pero la vocación dirigía el timón de sus vidas y muchos de ellos viven hoy de uniforme o paisano carreras ejemplares de servicio a España.
Hoy en día, el único cuerpo de la Administración del Estado que no debe superar un duro examen de oposición es el de oficiales. No pasa lo mismo en los cuerpos de ingenieros, intendencia o los comunes… o para ser soldado o suboficial. Para los oficiales, basta con la nota de selectividad y una fase de concurso que considera otras vicisitudes curriculares más un sencillo ejercicio de inglés fácilmente superable. Pero en la nota decisiva de EvAU para conseguir el ingreso no sólo entra la excelencia académica. Pesan otros factores.
Cualquier joven que piense en ser militar como opción vital y que haya sufrido un bache en el bachillerato o haya estudiado el bachillerato en el extranjero queda apartado de la carrera. Es difícil mantener un alto nivel académico durante una separación familiar, el descubrimiento del amor juvenil o una lesión o enfermedad de importancia. No hay segundas oportunidades. Como no las hay frente a las diferencias de exigencia en las distintas pruebas de selectividad de las regiones españolas. De hecho, algunos de mis alumnos se iban a Canarias o a Cádiz para obtener mejores calificaciones.
El nuevo plan de estudios pronto sumó muchos entusiasmos de uniformados que cantaban sus excelencias sin analizar los pros y contras del cambio. Recuerdo que un cargo de la Dirección General de Enseñanza Militar llegó a decir en una de sus presentaciones del nuevo plan: “eliminamos las academias de preparación… porque a saber lo que enseñan en ellas”. Y en efecto, las eliminaron. Los que conocemos la intrahistoria del asunto, sabemos que aquel cargo había sido rechazado en al menos dos academias de preparación a las que se postuló como profesor. La condición humana es lo que tiene…
En la publicación digital “El Confidencial” el 10 de abril de este año, Aurelio Ruiz Enebral publicó el artículo “Bajas en la academia de Zaragoza y ‘fugas’ a mandos conjuntos: los motivos del déficit de cientos de oficiales en el Ejército de Tierra”. El documento apunta algunas posibles causas de la falta de oficiales. Afirma que algunos de los problemas detectados tienen su origen en el modelo de ingreso en la Academia General de Zaragoza, la baja de hasta 50 alumnos por promoción tras lanzar el nuevo plan de estudios y la consideración de la nota EvAU como —casi único— criterio de selección y causa de cercenar muchas vocaciones. Basa sus conclusiones en la consulta a varios profesionales de la milicia.
Entre las razones de las disfunciones en la plantilla del Ejército de Tierra es recurrente la cita al sistema de ingreso. El cambio consistió en sustituir el examen científico teórico-práctico y dejar la selección a la nota obtenida por los aspirantes en la Selectividad. Dado el número de instancias recibidas cada año y las plazas ofertadas, la nota de corte resulta excesivamente alta. Al principio entraron muchos alumnos de letras, pero conforme avanzaban en los estudios la mayoría abandonaban. Además, muchas de las bajas se producían por falta de adaptación a la exigencia de la vida de la milicia. En esas primeras promociones, entre los que resistían comenzó a haber muchos repetidores, un hecho que había acabado décadas antes con un sistema de ingreso basado en la superación de un curso selectivo.
El plan de estudios de un Grado en Ingeniería de Organización Industrial (la Guardia Civil tiene un título propio pero cursa los primeros años en Zaragoza) no se alinea con las expectativas del joven que sueña con incorporarse a unidades de operaciones especiales, paracaidistas o legionarias. No me imagino a mí mismo estudiando antes de recibir la estrella de alférez la útil asignatura “sistemas de aseguramiento de la calidad” para su aplicación nada más salir teniente.
Por si fuera poco, el título “civil” que reciben los nuevos tenientes al superar el plan de estudios no es habilitante, pues para ejercer la ingeniería deben colegiarse y no hay ningún colegio profesional que ampare el grado otorgado por la Universidad de Zaragoza. No son, como se ha hecho creer, ingenieros industriales. Necesitarían superar el máster habilitante.
Para ejercer la medicina no se exige un grado en Farmacia o biotecnología, por ejemplo. A los militares sí se les exige una “doble” titulación.
Como dice el autor del artículo de El Confidencial, hace unos meses, The Objective reveló la existencia de un plan del Ejército de Tierra para diseñar un nuevo título universitario propio. Esta idea ya la recogió en su libro ‘Rey servido y patria honrada’ mi compañero de promoción el General de Ejército Alejandre, ex jefe de Estado Mayor de la Defensa. En el libro, el general Alejandre sugiere la conveniencia de acometer cambios en profundidad en el modelo de formación de los militares, especialmente de los oficiales.
La situación, como dice un buen amigo coronel compañero de promoción, es triste y grave y culpa de la tiranía del igualitarismo. Antes del nuevo plan de estudios “universitarios”, los que egresábamos teníamos por ley un título equivalente a una licenciatura o ingeniería. La corriente por "civilizar" la carrera militar y los complejos de algunos uniformados encantados con convertirse en universitarios, como si eso les hiciese más respetables, ha conducido a la actual situación. A lo cual se suma la estrategia política de acabar con el “espíritu de la General” y el sentimiento de pertenencia a una promoción que empieza y acaba junta toda su formación de partida. Ya lo hizo Azaña clausurando la Academia General Militar de Zaragoza en 1931. Nada nuevo bajo el Sol…
Los cambios han demostrado algunos problemas crónicos: la formación puramente militar ha resultado debilitada a favor de las materias “civiles”. Por otra parte, el título universitario al egresar supone integrarse en el Grupo A2 de la función pública. Con el plan anterior de 5 cursos se accedía directamente al Grupo A1 (repito, por ley). Ahora se afirma que, al realizar un quinto curso de formación militar posterior a la finalización de los estudios de ingeniería, se accede al grupo A1, aunque no se tenga el nivel máster…
La invasión de Ucrania ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de Europa ante las amenazas reales de naciones autocráticas como Rusia y China, vulnerabilidad que, en cualquier ámbito de la vida, sea el mundo de la empresa, la sanidad o la seguridad se acrecienta cuando no se percibe la amenaza. Para disponer de una defensa nacional eficaz necesitamos que su primera línea, las FAS, tengan los oficiales mejor preparados —para su oficio, no para otros— y motivados por un compromiso basado en una sólida vocación de servicio a España y a los españoles. Perder vocaciones y no enfocarse en la esencia de la milicia, sin distracciones innecesarias, es un lujo que no nos podemos permitir.
¿Qué título recibirá SAR la Princesa Leonor tras su paso por las tres academias militares?
Imágenes: Google Images.
Magnífico artículo Manfredo. Desde siempre he mantenido que lo de la doble titulación era una barbaridad, sólo explicable para civilizar la profesión y de tener en la Academia introducidos unos profesores civiles, que si en su mayoría serán razonables con los objetivos de la carrera militar, siempre habrá alguno o algunos con unos fines totalmente partidistas. Esa fue mi experiencia en el Selectivo. Debemos volver a los orígenes con un buen ingreso por oposición, donde se forje al auténtico militar con vocación y la formación integral según especialidades.