El Plan de Concentración de Órganos Logísticos Centrales del Ejército (COLCE)
Manfredo Monforte Moreno
GD (R) Dr. Ingeniero CIP
De la Academia de Ciencias y Artes Militares
Tras años de estudios y estimaciones, por fin se ha elegido el lugar que acogerá la concentración de centros logísticos del Ejército de Tierra, un proyecto que producirá un fuerte impacto en la provincia de Córdoba. El negocio público-privado está servido, lo que revitalizará la región en un radio de cien a ciento cincuenta kilómetros de distancia.
Desde el principio se habían barajado distintas ubicaciones, empezando por Retamares, cerca de Madrid, lugar que en pocos años se vería presionado por un urbanismo expansivo. Se pensó también en Toledo o el aeropuerto de Ciudad Real, aunque en los últimos tiempos, la provincia de Jaén se había postulado con fuerza, pues tras el abandono de la minería –que propició el auge de la zona– y el cierre de Santana Motor –se celebran ahora diez años–, Jaén languidece entre un mar de olivos; de alguna manera se ha convertido en la Teruel andaluza.
Ahora queda mucho trabajo por hacer. Lo primero, elegir lo que se va a trasladar y lo que no, lo que se va a mantener y lo que se externalizará, los almacenes requeridos y las naves e infraestructura necesaria; con estos datos, hay que seleccionar los terrenos en función de los costes de expropiación, cercanía al aeropuerto y vías de comunicación, incluido el ferrocarril, la huella medioambiental y, lo más difícil de todo: el traslado de los recursos, especialmente de las personas.
El anuncio del Ministerio de Defensa ha causado un terremoto en ciudades muy apegadas a su órgano logístico, como es el caso de Segovia y levantado enormes expectativas en la ciudad de Córdoba, donde alrededor de la nueva base va crecer un polígono industrial de primer orden en el que la propia Universidad de Córdoba tendrá un fuerte protagonismo.
La nueva base centralizada supone una gran oportunidad para racionalizar y reducir los costes asociados con el sostenimiento de los sistemas terrestres, lo que implica replantear los procesos, tanto fabriles como administrativos, para evitar duplicidades e inconsistencias en el servicio logístico.
El reto del traslado del personal civil –de edad media muy elevada– y militar, chocará con lo dispuesto en la legislación aplicable y supondrá la inevitable pérdida de conocimiento y experiencia a cambio de un rejuvenecimiento por el ingreso de savia nueva procedente de la comarca cordobesa.
Junto a la problemática del personal, aparece la necesidad de abandonar ciertas bases y encontrar su destino ulterior. Experiencias como la “operación Campamento” y el solar del viejo Hospital del Aire en Madrid, o el lamentable estado actual del que fuera Regimiento de Artillería 41 en Segovia, anticipan disputas entre administraciones por las oportunidades de aprovechamiento de terrenos que, en algunos casos, ocupan lugares privilegiados en sus ciudades.
Comienza un proyecto que se prolongará casi una década durante la cual se deberán asegurar inversiones millonarias y tomar decisiones complejas. Las prisas no son buenas consejeras, y el Ministerio de Defensa junto con el Ejército de Tierra deben abordar ahora la fase crítica del proceso de concentración; determinar el alcance, los costes asociados, los plazos y fases, así como los riesgos y la forma de gestionarlos, incluidos los cambios que a lo largo de la vida del proyecto traerán las elecciones políticas de índole local, autonómico o estatal.
Parece que el primer impulso del proyecto tras la decisión de su ubicación es una realidad. Contar con tiempo suficiente para reflexionar y preparar la ejecución redundará en beneficios posteriores. Lanzarse a la acción sin tiempo de maduración, consulta y planificación de alto nivel puede convertirse en un dolor de muelas para el equipo responsable. Las hipótesis de trabajo deben estar claras; las tecnologías seleccionadas, maduras; los sistemas de información, adaptados a la nueva logística; el equipo de proyecto, sin cambios hasta lograr los objetivos generales; las métricas e indicadores de avance, claros; la metodología, aceptada por todos los interesados; las comunicaciones, diseñadas y consensuadas.
Un proyecto de la envergadura del COLCE de Córdoba es tan ambicioso y tal su impacto sobre el entorno que requerirá sentido del propósito y el apoyo de todo el Ejército y el Ministerio de Defensa.
Sin duda, una iniciativa ilusionante y motivadora. ¡Suerte y al toro!
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Unicamente desearía hacer una propuesta: No empezar a construir nada hasta que se tenga muy claro lo que se quiere hacer, las tecnologías a aplicar y su integración plena en la transformación digital que Defensa tiene en marcha. Enhorabuena por el artículo.