top of page
Buscar
Foto del escritormmonfortem

El porqué de una Academia de lo militar


Manfredo Monforte Moreno

GD (r) Dr. Ingeniero de Armamento. Artillero

Académico de número (21). Secretario de ACAMI


Existen en España numerosas academias, algunas de ellas reales, de las que unas pocas se encuadran en el Instituto de España. Aunque varias de ellas cuentan con militares académicos, ninguna se ocupa de lo militar como un todo. Casi todas se especializan en un área concreta del conocimiento: la lengua, la ingeniería, la medicina… otras son multidisciplinares, como la Real de Doctores. Casi todas tocan lo militar de forma tangencial y, entre ellas, la Real de Historia es la que más trata lo militar por sus hechos de armas. Pero ninguna se ocupa de la milicia en su complejidad y transversalidad.


Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos, el océano.

Isaac Newton, matemático y físico británico. 1642-1727


El Instituto de España se constituye en 1947 como máximo exponente de la cultura española en el orden académico, hasta el punto de calificarlo en ocasiones como el Senado de la cultura española. Su objeto es mantener y estrechar la unión de las diez reales academias nacionales: la Española (1713), la de Historia (1738), la de Bellas Artes de San Fernando (1744), la de Jurisprudencia y Legislación (1763), la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1847), la de Ciencias Morales y Políticas (1857), la de Medicina (1861), la de Farmacia (1932), la de Ciencias Económicas y Financieras (1940) y la de Ingeniería (1994), auxiliándose y complementándose entre sí para la mayor eficacia de sus tareas y actividades, constituyendo la máxima representación académica nacional en España y en el extranjero, según recoge el Real Decreto 1160/2010 en su exposición de motivos.

En 1979 el Instituto de España establece una guía indicativa para normalizar la constitución de nuevas academias e instituciones afines, regionales, provinciales y locales. Poco después publica otra para vincular a dichas instituciones al propio Instituto con el fin de coordinar sus actividades en beneficio de la actividad académica general, creando las figuras de «Academia asociada», para «aquellas academias de notoria antigüedad, fecunda historia, actividad permanente e ininterrumpida en favor de la cultura y más cumplido desarrollo de su misión académica», y de «Academia adherida», para «aquellas de menor antigüedad, menor experiencia académica y actividad más restringida por razones de edad y alcance operativo». En 1996 se suprime la categoría de “adherida”, pasando todas ellas al régimen de “asociadas”. En estos momentos hay más más de 55 academias asociadas. Los académicos de número de cualquiera de ellas ostentan el tratamiento de académico asociado al Instituto de España.

Desde su creación, el Instituto de España se incorpora a ALLEA (All European Academies), la Federación Europea de Academias de Ciencias y Humanidades, alianza de 59 academias de 40 países europeos fundada en 1994 con sede en Berlín.

Un caso particular lo constituye la Real Academia de Doctores de España (RADE) que, sin pertenecer al Instituto de España, usa sus locales de la calle San Bernardo de Madrid. La funda en 1920 Ignacio Bauer Landauer como heredera de otras dos instituciones: el Claustro Extraordinario de Doctores (1845) y el Decanato y Federación de Doctores Españoles (1915). Se organiza en diez secciones: Teología, Humanidades, Derecho, Medicina, Ciencias Experimentales, Farmacia, Ciencias Políticas y de la Economía, Ingeniería, Veterinaria y Arquitectura y Bellas Artes.

Durante los últimos años se ha incrementado el interés por los estudios teóricos sobre lo militar. Existe un carácter multidisciplinar en la milicia abordado como un cuerpo complejo de estudios de ciencia, tecnología, cultura y sociedad. Reconociendo este argumento como válido, interesa clarificar los objetivos y alcances metodológicos de la ciencia y la tecnología militar, así como su vinculación con los valores propios de lo militar y las artes asociadas. En ningún caso se entendería una academia de lo militar ajena a su evolución histórica y el papel influyente de la música militar, la pintura, la escultura, la literatura y el cine bélico.

Ninguna de las academias existentes se ocupa de las ciencias y las artes militares como un todo. La primera iniciativa de crear una Academia de Ciencias Militares se remonta casi dos siglos atrás cuando en 1834 Santiago María Pascual presenta a Isabel II un proyecto para el establecimiento de una Academia Científica Militar a semejanza de las existentes en otros países europeos, como la de Ciencias Militares de Suecia, fundada en 1786, y a la que perteneció el teniente general e ingeniero Antonio Zarco del Valle, miembro fundador de la Real Academia Española de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y su primer presidente. El proyecto resulta rechazado.

Tras la negativa real, los militares ilustrados cejan en su reivindicación hasta que Francisco Villamartín, capitán de Infantería, propugna la creación en 1861 de una Sala Militar en el seno de la Academia de Ciencias francesa, alegando la existencia de una «ciencia militar» en aquel momento ajena a sus objetivos. Como recoge el académico Luis Feliu Bernárdez[1]: A pesar de todo, a partir de 1886, la idea de creación de la Academia fue recogida en la Revista Científico-Militar. Ante el cúmulo de cartas recibidas en adhesión al proyecto, la revista dedicó una sección a la propuesta, al igual que otras publicaciones militares como el Memorial de Ingenieros y El Correo Militar. Se abre entonces en el seno de las Fuerzas Armadas un debate sobre las academias de ciencias civiles y la presencia entre sus académicos de militares eminentes. Las manifestaciones a favor y en contra de esta presencia fueron recogidas en la Revista Científico-Militar de 1887; también fueron noticia en revistas militares de Alemania y Francia. Rubio y Bellvé, en su diccionario de ciencias militares de 1895, además de referenciar la Academia creada en Suecia, sus comisiones y su número de académicos, indica que «en España se han hecho generosos esfuerzos para implantar una academia de ciencias militares desde la Revista Científico-Militar, una verdadera campaña a favor de su creación». Dicha afirmación la acompañaba con las posibles causas que impidieron su apertura, en particular destaca la falta de impulso de la iniciativa y la oposición de la jerarquía militar.

En lo militar no todo es ciencia y tecnología. Hay mucho más: el patrimonio cultural militar está conformado por ramas de las artes troncales y cuenta con personalidad propia, desde la música militar al cine bélico, la literatura épica, la pintura de batallas o las esculturas dedicadas a sus héroes, sabios y gestas. Así, entre las materias militares se hacen un hueco la sociología, la geopolítica, la psicología, la economía de guerra, la pedagogía, la prospectiva, la estadística, la geodesia, el derecho, la medicina, la farmacia, la veterinaria, la ética, la química, la biología, la administración, las humanidades… Se trata pues de un conjunto de disciplinas cuya particularidad es que se desarrolla en ambientes generalmente hostiles y que se visten a veces con rasgos de romanticismo, riesgo, valores y sangre. Es tal la complejidad y extensión de lo militar que algunos analistas consideran que las ciencias militares no son ciencias sectoriales ni pluridisciplinares, sino que son «transdisciplinares», ya que los estudios sobre defensa y seguridad exigen la interrelación e intersección de los diferentes campos del saber que lo componen, lo que a su vez induce múltiples visiones simultáneas del objeto de análisis: la compleja realidad militar. De ahí que los miembros de la milicia cultiven campos transversales y proliferen los militares que, además de serlo, son ingenieros, médicos, historiadores o geógrafos, unidos por el afán de análisis, estudio y mejora de su profesión. Esta puede ser la razón por la que no resulta extraño el interés del militar por múltiples y a veces sorprendentes áreas del conocimiento.

Como recuerda el Académico Correspondiente (ACAMI) Tomás Torres Peral, dos miembros del Arma de Caballería fueron directores de la Real Academia Española, el general Juan de la Pezuela y Ceballos, conde de Cheste, reelegido hasta once veces, y el coronel Ángel Saavedra, más conocido como Duque de Rivas. Estos dos casos son una simple anécdota en comparación con los cientos de militares ilustres e ilustrados que compatibilizaron la carrera de las armas con una brillante y fecunda carrera científica, literaria o artística, muchos de los cuales fueron miembros de las diferentes Reales Academias. Ejemplos son, sin ser exhaustivos, Francisco Villamartín, José Almirante, Martínez Campos, Zarco Del Valle, Mathé Aragua, Coello de Portugal, González Hontoria, Balmis, Janer Robinson, Frade Merino, Gómez de Arteche, Cervera Baviera, Marvá y Mayer, Blázquez y Delgado-Aguilera, Ibáñez e Ibáñez de Ibero, Mier y Miura, Pagés Miravé, Luis Vidart, Fernández Duro, Herrera Linares, Diez Alegría, Salas Larrazábal, Cadalso, Ramón y Cajal, Isaac Peral, Andrés Ripoll Muntaner, Ricardo Torrón Durán, José Manuel Sanjurjo Jul y tantos otros imposibles de nombrar por razón de espacio.

Al igual que las ciencias sociales y estudios técnicos complejos y multidisciplinares, los temas de la ciencia y el arte militar se centran en la guerra y los asuntos vinculados a la organización militar como un todo. La ciencia y el arte militar se ocupan de temáticas que no abordan otras aproximaciones conceptuales: las características del conflicto armado, los métodos para preparar y conducir la guerra en los niveles estratégico, operacional y táctico, la composición, organización y provisión de equipamiento militar de las unidades, el mando y control, la estructura de la fuerza en tiempos de paz y guerra, la instrucción y el adiestramiento, las maniobras de entrenamiento, la inteligencia, la doctrina y la historia militar, la logística o la ingeniería de sistemas, entre otras.

Entender la ciencia y el patrimonio cultural militar exige considerar la confluencia de diferentes disciplinas, provocando el cruce entre espacios de conocimiento dispares y capaces de proporcionar una visión apasionante de una realidad poliédrica. Cada materia constituye una estructura que, al interaccionar con las demás, produce sinergias y relaciones formales e informales que van más allá de cada disciplina aislada.

Desde un enfoque epistemológico, lo militar depende de las íntimas relaciones entre los valores trascendentes de la sociedad y los ejércitos, los objetivos de la organización y sus realidades tangibles. Ningún estudioso discutiría la existencia de los valores en lo militar, pues es un hecho que casi todas las críticas destructivas hacia la tecnología, el arte o la ciencia militar ponen su foco precisamente en esos valores por ser el substrato sobre el que la milicia cimenta su excelencia. Por ello, lo militar sólo se entiende desde un punto de vista transdiciplinar englobando artes, tecnologías, ciencias, valores, sentimientos y vocaciones en un conjunto interrelacionado y complejo sobre la base del comportamiento humano. Tal vez el enfoque sistémico proporcione una buena aproximación a su estudio y comprensión.

Desde finales de 2017, prolongando el proyecto iniciado por la Asociación Española de Militares Escritores (AEME), un grupo de militares y civiles promueven e impulsan la creación de una entidad que aglutine el conocimiento y difusión de todo lo relativo a nuestros Ejércitos, Armada y Guardia Civil. La idea surge al constatar que, entre las instituciones en ese momento existentes, encabezadas por las Reales Academias, no existe ninguna que se ocupe de “lo militar” como un todo, pues sus múltiples aspectos se hallan compartimentados en disciplinas particulares o, simplemente, no se contemplan. Por ello, se crea la Academia de las Ciencias y las Artes Militares para, en íntima colaboración con los Ejércitos y la Armada, Reales Academias, asociaciones, organismos, empresas y particulares interesados por los temas militares, impulsar la investigación, el análisis y la difusión del pasado, el presente y el futuro de todo lo relativo a la esfera militar y a nuestras Fuerzas Armadas, convirtiéndose en el punto de encuentro de todos ellos.

Es importante remarcar que la nueva Academia no pretende entrar en competencia con ninguna otra institución, sino que, al contrario, nace con la vocación de colaborar y trabajar con todas aquellas que así lo deseen para, con un enfoque global, impulsar el conocimiento de lo que han sido, son y serán nuestros Ejércitos, Armada y Guardia Civil y proyectar ese conocimiento hacia la sociedad española.

Para alcanzar el imprescindible respaldo económico se ha creado la “Fundación de las Ciencias y las Artes Militares”, destinada a obtener los recursos que la Academia precisa para materializar muchos de sus proyectos.

La Academia de las Ciencias y las Artes Militares (ACAMI) se presenta en sociedad el 5 de junio de 2018 en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional. La elección del CESEDEN responde a su condición de centro emblemático en el que militares y civiles se reúnen para analizar y debatir cuestiones de Seguridad y Defensa Nacional, asuntos que son responsabilidad compartida y que afectan diariamente a todos los ciudadanos, pues son los pilares que permiten mantener el bienestar del modelo de sociedad que nos hemos dado.

El acto contó con la presencia, nutrida y al máximo nivel, de representantes de los Ejércitos, Armada y Guardia Civil, de las Reales Academias y de las industrias de defensa, así como de numerosos asistentes que ocupaban en su totalidad el aula magna del centro. La presentación pública de la Academia sirvió para dar cuenta de forma sencilla, ordenada y con apoyo de elementos audiovisuales, de su organización, objetivos, primeros proyectos y los retos y desafíos que esta joven institución habrá de afrontar.

Como ya hemos apuntado, la iniciativa de su creación partió de la Asociación Española de Militares Escritores, cuando esta asociación celebraba la última reunión de su junta directiva en diciembre de 2016. Durante aquellas navidades se redactó un primer borrador de estatutos de la Academia. Con el apoyo de varios miembros de la asociación, su presidente propuso el nombre de quien podría ser la persona que debía figurar al frente de la futura Academia quien, al acceder al encargo, daba los primeros pasos de la nueva institución. Redactada la versión final e inscrita formalmente el 10 de abril de 2018 en el Registro Nacional de Asociaciones, se configura una junta directiva centrada en la redacción del Reglamento de Régimen Interior y el Reglamento Especial del Escudo y Lema. También promueve la creación de una Fundación que apoye su actividad con el imprescindible músculo financiero. Respecto a su estructura, aunque susceptible de modificaciones para adaptarse a las nuevas oportunidades y desafíos, el diseño actual de la Academia abarca las siguientes secciones: Pensamiento y Moral Militar; Futuro de las Operaciones Militares; Prospectiva de la Tecnología Militar; Historia Militar; Arte Militar y Diccionario Biográfico Militar.

Los componentes de la ACAMI se distribuyen entre académicos de número, de los que han sido elegidos 36; académicos correspondientes, 67 hasta la fecha; y académicos de honor y de mérito, que irán siendo nombrados progresivamente a medida que la Academia vaya desplegando esfuerzos y actividades. Entre los académicos hay civiles y militares que representan las diferentes áreas de conocimiento militar. El Ejército de Tierra, la Armada, el Ejército del Aire, los Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil están representados entre sus miembros electos, garantizándose así la diversidad de orígenes y el conocimiento profundo, fruto de la experiencia y el esfuerzo formativo adquirido en la vida militar o en el ejercicio profesional.

La sede social de la ACAMI está ubicada en Madrid, en unos locales de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Armas Navales. Los objetivos de la Academia se reflejan en su lema: «Saber el pasado, conocer el presente, descubrir el futuro de nuestras Fuerzas Armadas», que se condensa en el apotegma que preside su escudo: «scire, cognoscere, invenire» (saber, conocer, descubrir).

«Saber», para fortalecer el conocimiento de la cultura militar y lograr el apoyo de los españoles a la Defensa Nacional; «conocer» para fomentar y fortalecer esa cultura que debe permitir ampliar la conciencia de defensa en nuestra sociedad; y «descubrir» el alcance y el valor de las obras científicas y artísticas realizadas por civiles y militares en el ámbito de la Defensa. Contribuciones que han apoyado la trasformación de la sociedad a lo largo de la historia y que se ha puesto de manifiesto, una vez más, con el papel desempeñado y la evolución experimentada por las Fuerzas Armadas durante los últimos decenios.

De acuerdo con la idea fundacional, sus estatutos indican que “la finalidad primordial de la Academia es fomentar la cultura militar en el ámbito de la sociedad española, así como las actividades literarias, artísticas y científicas del pasado, el presente y el futuro, que puedan redundar en beneficio de la promoción de la cultura militar”. Para conseguir esa finalidad primordial, el reglamento de la Academia marca los siguientes fines:

· Fortalecer el conocimiento de la cultura militar en el ámbito de la sociedad española.

· Constituir como línea de su acción, un pilar fundamental del imprescindible apoyo de la sociedad española a la Defensa Nacional, prestando en este sentido especial atención a la juventud.

· Fomentar las actividades literarias, artísticas y científicas que puedan contribuir a elevar el nivel de la cultura militar.

· Colaborar con aquellas otras Academias de ámbito nacional que desempeñen funciones relacionadas con la cultura en sus diferentes campos, a fin de desarrollar, fomentar y fortalecer la cultura militar.

· Apoyar a asociaciones y entidades militares dedicadas a difundir la cultura militar en sus diferentes aspectos.

· Saber, conocer y descubrir el valor de la contribución de las Fuerzas Armadas a la sociedad compartiendo todo el conocimiento atesorado durante siglos es el propósito y mayor deseo de esta Academia; saber el pasado, conocer el presente y descubrir el futuro de las ciencias y las artes relacionadas con los Ejércitos y la Armada.

La joven Academia de las Ciencias y Artes Militares tiene un apasionante futuro por delante; los vaivenes e incertidumbres de todo comienzo deberán dar paso a un régimen estacionario a velocidad de crucero que estimo puede alcanzarse en esta misma década. Antes será muy difícil consolidar sus objetivos, obtener el número de académicos previsto y lograr el reconocimiento por su labor de difusión de la cultura de defensa. Ojalá que en los primeros años 30 de este siglo haya acumulado méritos suficientes para cambiar su nombre por el de Real Academia e incorporarse posteriormente al Instituto de España como su undécimo miembro de pleno derecho.

[1] Del artículo Antecedentes de la Academia de Ciencias y Artes militares: el proyecto del Siglo XIX, Luis Feliu Bernárdez, de la Academia de Ciencias y Artes Militares (www.acami.es), noviembre 2020.

135 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comentários


Post: Blog2_Post
bottom of page