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100 años de la Fábrica de Productos Químicos del Jarama

Actualizado: 24 mar 2023


Manfredo Monforte Moreno

GD (r) Dr. Ingeniero de Armamento. Artillero

De la Academia de las Ciencias y las Artes Militares


Las terribles escenas de soldados torturados cruelmente por los rifeños encontrados en las posiciones que se iban recuperando en el otoño de 1921 (Monte Arruit, Zeluán…) levantaron un clamor popular y forzaron al gobierno de España a tratar de castigar tamaña barbarie con todos los medios a su alcance, incluida la guerra química, prohibida desde 1899 pero usada ampliamente pocos años antes durante la I GM.

Es curioso leer documentos posteriores a la I GM y observar el efecto de “deslumbramiento” que había producido el empleo de las armas químicas en el campo de batalla, razón por la que numerosos países emprendieron una carrera para contar con los mejores productos que la química pudiera proporcionar. Vale la pena recordar aquí la reflexión del General Izquierdo: “La aparición de toda arma nueva produce siempre, entre la opinión y aún entre los profesionales, un sentimiento de repulsión denominado bayardismo, pues el célebre caballero Bayardo, sin miedo y sin tacha, sentía auténtica repugnancia ante las armas de fuego, como antes ocurriera con la ballesta”. El General Izquierdo Groselles pronunció estas palabras siendo comandante artillero en La Fábrica de la Marañosa. Ya de general, sería el primer inspector del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos tras su creación en 1940. El colegio público del poblado de La Marañosa lleva su nombre.

Para escarmentar al enemigo en el norte de África, Alfonso XIII planteó al ministro de la Guerra la necesidad de contar con capacidad de fabricación de armas químicas y del correspondiente equipo de protección individual, pues temía que hubiese que recurrir a ellas desde Ceuta o Melilla. Así, el 16 de agosto de 1921, el Consejo de Ministros destinó 14 Mpta (84.000 euros) para la instalación de una nueva fábrica que cubriese las necesidades manifestadas por la Corona. Por discreción se encarga la tarea al “museo de Artillería”. Todos los informes técnicos y militares que se solicitan desaconsejan el proyecto haciéndose eco de la prohibición de uso de tales ingenios surgida de la Conferencia de la Haya (1899). Tras la dimisión del coronel Tolosa, jefe del museo, el proyecto vence las últimas trabas y arranca finalmente.

Las decisiones que toma el gobierno, dada la urgencia del caso son, entre otras:

1. Contratar una instalación provisional para la fabricación de gases y carga de proyectiles a situar en la Maestranza y Parque de Artillería de Melilla. Para ello se contacta con la firma alemana Zimmerman. A la vez se nombra una comisión para establecer las bases para la construcción, en terreno peninsular, de una fábrica segura que sirva como centro de investigación y experimentación.

2. Adquirir cierta cantidad de iperita preparada para su carga, que se llevaría a cabo en unas instalaciones primitivas del Parque de Melilla; la procedencia de este compuesto no está clara, pero todo apunta a que se adquiere de forma no oficial a Francia a través de agentes de ambos gobiernos.

En junio de 1922 se firma también con la casa Zimmerman la construcción y entrega llave en mano de una instalación para la producción de gases de guerra y la carga de bombas. El emplazamiento elegido es el paraje “La Marañosa” en el término municipal de San Martín de la Vega, en las alturas sobre el río Jarama. La nueva fábrica recibe la denominación de Fábrica de Productos Químicos del Jarama. Se considera el 21 de febrero del año siguiente la fecha oficial de arranque de las actividades de la instalación, una vez terminadas las obras de infraestructura y el levantamiento de los talleres e instalaciones técnicas.

En la primavera de 1925 la fábrica pasa a denominarse Fábrica Nacional Alfonso XIII. Pero los trabajos de puesta en marcha de los procesos no dan los resultados esperados, pues la concentración y pureza del producto obtenido son pobres en cuanto a la iperita, además de que las instalaciones presentan un desgaste prematuro. En 1926 el doctor Stolhzemberg, responsable del proyecto, confiesa que su empresa carece de la experiencia suficiente para abordar una instalación llave en mano y propone una revisión del proyecto para retomar los trabajos de puesta a punto. Sin embargo, el nuevo planteamiento se resuelve con resultados negativos de nuevo lo que, unido a las dificultades para la obtención de materias primas, hace que los alemanes fuercen la liquidación del contrato y entreguen unas instalaciones que sólo cumplen de manera parcial lo que se esperaba de ellas.

En 1930, una vez que España firma el Convenio de Ginebra, la fabricación de gases deja de tener sentido y el centro cambia de orientación convirtiéndose en Escuela Central de Guerra Química. Con el advenimiento de la II República la fábrica pasa a denominarse “Fábrica Nacional de Productos Químicos” (FNPQ) y sus actividades se enfocan a la investigación en procesos experimentales de productos de “química fina” (lo que ahora se llamarían materiales energéticos: producción de humos, nieblas, elementos pirotécnicos y de protección, etc.) y a la investigación y caracterización química de los mismos. Se crean dos subdirecciones, la de Fabricación de Productos Químicos (FPQ) y el Laboratorio Químico Central de Armamento (LQCA). En 1932 cambia de nuevo su nombre por el de Centro de Estudios y Experiencias de La Marañosa (CEELM). Con el comienzo de la guerra civil la fábrica se cierra y evacúa antes de caer en manos del bando sublevado.

1. Zona republicana: en agosto de 1936 se crean las fábricas F-5 en Queralbs (Gerona) y F-6 en Torrelló (Barcelona), ambas a cargo del químico Francisco Sánchez Mur, detenido posteriormente en 1938; este hecho y la cercanía con el frente dio al traste con las dos fábricas, aunque durante su periodo de producción –algo más de dos años–, fabrican algunos cientos de toneladas de agentes tóxicos, entre ellos iperita. Las instalaciones de La Marañosa se trasladan a Cocentaina (Alicante, denominada F-19) donde se cargan proyectiles de 105 y 155 mm, aprovechando una fábrica de papel bajo la dirección del hijo de José Giral (ministro de Marina), catedrático de química orgánica de Salamanca; en mayo de ese año ya se obtiene iperita y se cargan proyectiles de 105 y 155 mm; permanece activa hasta poco antes del final de la guerra.

2. Zona nacional: las instalaciones de La Marañosa son ocupadas en enero de 1937, pero la cercanía al frente durante la batalla del Jarama y el grado de destrucción de la fábrica la hacen inútil, por lo que el mando decide –16 de mayo de 1937– el traslado de lo que pueda recuperarse a la fábrica de azúcares que la compañía Ebro tenía en Cortes (Navarra, fábrica nº 5), nombrando director al coronel Izquierdo Croselles. A primeros de julio de 1937 la fábrica está operativa y produce cantidades suficientes de cloro e iperita, con previsión de fabricar fosgeno y cloropicrina. Hasta octubre de 1938 se habían producido unos 5.000 Kg de iperita y prácticamente ninguno de los otros gases. La fábrica de Cortes depende del suministro de materias primas de otras fábricas militarizadas (Solvay, San Juan de Aznalfarache, Lucena, Química de Zaragoza, Cros, etc.)

Al acabar la Guerra Civil se reordenan las industrias militares y pasa a denominarse Fábrica nº 1 de La Marañosa, dejando definitivamente la fabricación de gases de guerra para concentrarse en los mecanismos de defensa frente ellos (actual defensa NBQ). Las actividades se centran en la reconstrucción de las instalaciones, totalmente destruidas durante el conflicto, comenzando por la recuperación y descontaminación de los talleres y polvorines y de los arsenales de las fábricas temporales de Cocentaina y Cortes. La fábrica retoma, durante esos años, la fabricación de artificios fumígenos. Con la reorganización del Ejército de 1945, se cambia la denominación de la fábrica pasando a ser Fábrica Nacional de La Marañosa de Santa Bárbara, continuando centrada en sus labores de fabricación de artificios fumígenos y de ocultación, los trabajos sobre pólvoras y explosivos y los estudios toxicológicos.

Con el tiempo los trabajos de investigación del Laboratorio Químico Central (LQC) van creciendo en volumen e importancia. Esto trae como consecuencia que en 1952 se separe de la fábrica, creando un nuevo centro. Esta circunstancia y la disminución de pedidos de artificios fumígenos hacen que, una vez más, la continuidad de la fábrica se cuestione. No obstante, la llegada de nuevos materiales mecanizados y acorazados que demandan grandes artificios de ocultación supone, a partir de 1959, el resurgir de la fábrica, confirmado además con la construcción de un taller de fabricación de máscaras y cartuchos-filtro contra gases.

En 1977 se crea el Ministerio de Defensa, lo que supone el cambio de dependencia de la fábrica, que deja de ser una unidad del Ejército para pasar a depender de la Dirección General de Armamento y Material con la denominación de Fábrica Nacional de La Marañosa. La misión en los años 90 se centra en la investigación en la defensa NBQ: tejidos, trajes, detectores y simuladores son motivo de estudio en esa época. Los objetivos recogidos por la directiva de racionalización de centros cristalizan en la orden por la que se crea el Instituto Tecnológico de La Marañosa (ITM) que integra todos los centros tecnológicos dependientes de la DGAM, entre ellos la propia fábrica. La instrucción 63/08 desarrolla la orden de creación del ITM.

Dado que el lugar elegido para la concentración de los antiguos centros es precisamente el solar de La Marañosa, con su Campus principal en los terrenos de la antigua fábrica, lo primero que se demuele son sus instalaciones para albergar el nuevo Instituto.

El 16 de febrero de 2011 su alteza real el príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón, preside el acto de inauguración del Instituto Tecnológico de La Marañosa (ITM). En el nuevo organismo se integran seis centros cargados de historia dependientes de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM); el más antiguo, el Taller de Precisión y Centro Electrotécnico de Artillería (TPYCEA), fundado en 1898; la Fábrica Nacional de La Marañosa (FNM), de 1923; el Centro de Experiencias de Torregorda (CET), el Polígono de Experiencias de Carabanchel (PEC), el Centro de Investigación y Desarrollo de la Armada (CIDA) y el Laboratorio Químico Central de Armamento (LQCA). Quedaban fuera de la integración el Laboratorio de Ingenieros (LABINGE), dependiente de la Dirección General de Infraestructura, y el Laboratorio Central de Ejército (LCE).

En 2014 el ITM se integró en el Instituto de Técnica Aeroespacial Esteban Terradas, junto al citado Laboratorio de Ingenieros y el Canal de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo (Madrid).

El martes 21 de febrero de 2023 se celebró el primer centenario de lo que hoy es un centro de excelencia innovadora al servicio de las Fuerzas Armadas y de la sociedad española.

Imágenes: Google images

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