Manfredo Monforte Moreno
GD (r) Dr. Ingeniero de Armamento. Cap. de Artillería.
De la Academia de las Ciencias y las Artes Militares.
En 1984, mientras cursaba tercer curso de Ingeniería de Armamento en la Escuela Politécnica Superior del Ejército de Tierra, empecé a trabajar por las tardes en la División de Armas Pesadas de la Empresa Nacional Santa Bárbara (ENSAB). Participé en varios proyectos, como la remotorización del carro de combate AMX 30, para lo que visité en numerosas ocasiones la sevillana fábrica de Las Canteras junto a técnicos de la alemana MWM, empresa especializada en la fabricación de grandes motores y adquirida recientemente por Caterpillar. También presentamos al ejército turco una transformación del carro M41 con lanzacohetes Teruel o un proyecto de lanzagranadas ligero para combate en poblaciones. Por aquél entonces empezaba a plantearse la transformación mediante la compra de un Kit del cañón M107 de 175 mm al M110 de 203 mm, un calibre que posteriormente caería en desgracia. Una enorme oportunidad de aprendizaje que se truncó al promulgarse la normativa sobre incompatibilidades de los empleados públicos. Al ser militar y ENSAB una empresa pública, tuve que buscar otros horizontes.
Pocos meses después, la Unión Española de Explosivos (UEE) creó Sistemas y Tecnologías S.A. (SITECSA) poniendo a su frente a Javier Quílez, antiguo director en ENSAB. Yo, que llevaba trabajando unas semanas en la UEE, fui la segunda persona, tras el director General, incorporado a la nueva empresa, cuyo objetivo estratégico era la innovación en Sistemas de Armas, con un proyecto estrella, el Obús 155/39/45 y otros, como el carro de combate LINCE, llamado a sustituir el obsoleto AMX 30.
Durante esa época visité en varias ocasiones Space Research Corporation, una ingeniería con sede en Bruselas dirigida por el famoso Dr. Gerard Bull. Contaba con más de cien ingenieros, casi todos británicos. Corría el año 1986. Se trataba de traer a España la tecnología del obús 155/45 que el Dr. Bull había desarrollado para Sudáfrica en versión remolcada y autopropulsada sobre ruedas. Fueron negociaciones complejas pero muy positivas, gracias a las cuales se pudo empezar la construcción de un primer prototipo nacional. Viajábamos durante nuestras vacaciones a Bruselas, donde compartí increíbles experiencias con los hoy ingenieros de armamento Fernando Giménez y José Luis Castresana.
Proyecto HARP en Barbados
La idea era desarrollar una familia de obuses de 105 y 155 mm en versiones remolcada y autopropulsada sobre ruedas y cadenas. Tras tres o cuatro largas reuniones, perdí el contacto con el doctor Bull hasta que me enteré de su asesinato en mayo de 1990. Ciertamente, el doctor siempre había caminado al borde del abismo, tras haber sido el ingeniero responsable de los grandes cañones de Barbados –proyecto HARP, High Altitude Research Project–, una iniciativa secreta con el que los Estados Unidos pretendían poner en órbita satélites con un enorme cañón. Recuerdo que la sede de SRC estaba empapelada de fotos de aquel lejano proyecto, abandonado al constatar que no había electrónica capaz de soportar las aceleraciones del disparo a pesar de la enorme longitud del tubo y el diseño de la carga de proyección para disminuir el pico de presión máxima. El proyectil era subcalibrado.
En principio, y una vez trasladada la instalación de autozunchado hidráulico desde la vieja Fábrica de Artillería de Sevilla –próxima a su cierre y desmantelamiento– a la de Trubia, la mayor dificultad para fabricar el tubo en España era contar con una máquina rayadora de suficiente longitud (el tubo de 45 calibres mide 6975 mm, mientras que el de 52 se va a los 8060 mm (8120 reales si freno de boca), recámara aparte. Para ello, nos desplazamos el propio Quílez y yo a la casa SIG, fabricante de armamento y máquinas herramientas, en la localidad suiza de Schaffhausen, junto a las cataratas del Rin. Obtuvimos una primera oferta para la instalación de las máquinas y utillaje en Trubia con las que mecanizar tubos cañón de 39 y 45 calibres a partir de forjas importadas.
Pero el tiempo apremiaba y debíamos ser capaces de construir un primer prototipo que demostrase la capacidad de SITECSA para fabricar un sistema tan complejo y comprometido. Para ello, y en base a un primer croquis que salió de nuestros lápices tras analizar lo que había por el mundo, establecimos que el nuevo obús remolcado debía ser capaz de moverse autónomamente para facilitar la entrada y salida de posición, siendo remolcado el resto del tiempo. Dispusimos que contase con un puesto descubierto de conducción, un motor diésel de unos 120 caballos, transmisión hidráulica a las cuatro ruedas motrices que sustentaban la cureña y unas pequeñas ruedas retráctiles en los mástiles que se moviesen locas durante los giros y facilitasen la apertura de los enormes mástiles que habíamos calculado para asegurar la estabilidad en el disparo más demandante (con ángulo de tiro negativo y carga máxima).
La mayor dificultad era conseguir un tubo y un bloque de culata. El tubo de 45 calibres llegó finalmente. Los cierres vinieron de China, y hablo en plural, porque se importaron un cierre de tornillo y otro de cuña. Este último fue desechado por la dificultad de usar vaina en una recámara de 23 litros; no existían entonces las vainas combustibles. El prototipo lo ensamblamos en un taller de Granollers, donde cada persona que entraba preguntaba sorprendido: “pero, ¿Qué c… es lo que tenéis aquí?”
Prototipo SITECSA
El primer obús 155/45 español se probó en 1987 en el gaditano Polígono Costilla. Funcionó razonablemente bien, aunque las cargas de proyección se tuvieron que importar. Se usaron proyectiles convencionales tipo L15 y M107, dejando para más adelante el proyectil diseñado por Bull, el ERFB (Extended Range Full Bore) que tenía un cuerpo sumamente esbelto y aerodinámico que sustituía la banda de conducción por unos resaltes orientados de acuerdo con el rayado.
A falta de apoyos gubernamentales, SITECSA acabó cerrando y el prototipo olvidado en un patio de la fábrica de Trubia hasta que diez años después, a finales de 1997, se recibió una masa reculante de 155/52 fabricada en Alemania por Rheinmetall. El proyecto resucitaba de la mano de ENSAB, lo que aseguraba el futuro del taller de cañones de Trubia y la actividad industrial de las instalaciones. En la misma fábrica, y tras el traspaso a General Dynamics, el taller de municiones de la Ruta del Oso asturiana fue cayendo en desuso, por lo que un desarrollo conjunto ENSAB/Expal para obtener un nuevo proyectil de 155 mm y largo alcance (el LR02) sufrió las consecuencias, pues el único lugar donde se podía ojivar dicho proyectil era Trubia gracias a sus potentes hornos de inducción. La solución aportada por Expal, cuando se quedó sola ante el peligro, fue roscar una ojiva al cuerpo, solución que permitió finalizar el proyecto de I + D financiado por la Dirección General de Armamento y Material (DGAM). Años más tarde, el taller de municiones fue cedido a Expal que, no sin dificultades, empieza ahora a sacarle rentabilidad tras una serie de incidencias en la producción que darían para otro artículo. Es una satisfacción que dicho taller vuelva a su antiguo esplendor. Afortunadamente Expal fue capaz de poner a punto el culote tipo Base Bleed que incrementa el alcance máximo hasta un 30%.
Con el nuevo tubo de 52 calibres, el prototipo modificado volvió una década más tarde al Polígono Costilla para verificar la bondad del renovado diseño. La robustez del afuste del primer prototipo, ahora con un tubo sensiblemente más largo, permitió realizar una serie de seis disparos de prueba para demostrar al día siguiente, ante las autoridades que hasta allí se desplazaron, su fiabilidad tras ocho disparos con carga sexta. Tanto la munición como las cargas modulares fueron proporcionadas por los alemanes.
En verano de 1988 abandoné SITECSA para incorporarme al equipo de redacción liderado por mi padre, el Dr. Ingeniero de Armamento Monforte Soler, del libro “Las pólvoras y sus Aplicaciones” que, en tres tomos, publicó la UEE. Por tanto, no participé en la transformación del primer prototipo SITECSA a la versión de 52 calibre, aunque me consta que hubo que reforzar los mástiles, así como diversas piezas del órgano elástico, la cuna y los elementos y aparatos de puntería. Sé que participaron numerosas empresas vascas y asturianas, como MEFASA (Mecanizados y Fabricaciones). Mi buen amigo Alberto Posada, que había estado conmigo en Sitecsa y entonces trabajaba en ENSAB, tuvo mucho que ver con el resultado final.
El diseño original contaba ahora con un motor auxiliar de 130 CV para moverse de forma autónoma en la entrada y salida de posición o por la base sin necesidad de un tractor que le remolcase –denominado REMA, Remolcado y Autónomo–. En posición de tiro su longitud desde la boca al argollón de contera se había ido a los trece metros, con un peso superior a doce toneladas. Las municiones, con una recámara de 23 litros, incluyen el M107, el L15, el ERFB/BB, el ER02/BB de nueva fabricación y más recientemente el Excalibur. En la actualidad cuenta con un radar doppler Weibel que mide la velocidad inicial de cada disparo (hasta casi 1.000 m/s) y se alimenta con cargas modulares. La estopinera es de tipo revólver, lo que obligó a usar estopines específicos para eliminar algunas interrupciones. En el capítulo “Cargas de proyección y cebos” del libro de Pólvoras citado se detallan los avances obtenidos en SITECSA respecto a las prestaciones del Obús. Para algunos proyectiles compatibles con la recámara de 19 litros del tubo M284 (Obús M109), como es el caso del M107 o el L15 del FH70 (el polígono Costilla dispone de unos de éstos adquirido en su día por la DGAM), se limita la carga máxima para evitar accidentes de fuego.
En definitiva, el obús 155/52 ha permitido incrementar el alcance máximo de la Artillería de Campaña española de 18 a 30 km que con basebleed pasa de 30 a 40 km e incluso más con el sofisticado y carísimo Excalibur.
El Ministerio de Defensa, ante el éxito del proyecto, decidió atender las necesidades del Ejército con 132 obuses que deberían sustituir al veterano 155/23 norteamericano y al 122/46 de origen soviético, aunque fabricado en España. En paralelo, se sustituiría el 105/26 Naval Reinosa y el Otto Melara 105/14 por el británico Lightgun (L118 y L119 monomástil y helitransportable, con tubos intercambiables largo y corto respectivamente). Se producía un apreciable salto cualitativo en cuanto a la Artillería de Campaña remolcada. Capítulo aparte es la autopropulsada, basada en un diseño de los años 60 y que lleva en servicio más de cincuenta años.
El coste estimado para la nueva boca de fuego se acercaba a los 900.000 € (entonces en pesetas) con previsión de contar con una batería de 4 piezas antes del año 2.000. A ello había que sumarle el coste del Vehículo Específico Tractor (VET) y su acondicionamiento artillero, de lo que se encargó la firma manchega Technology & Security Developments (TSD) sobre un chasis IVECO 6x6 250.40W.
Vehículo tractor VET
Durante la primera década de este siglo participé de forma tangencial, primero como ingeniero jefe de la Unidad de Mantenimiento del Parque de Transmisiones, después como responsable de la sección de Ingeniería de la Jefatura de los Sistemas de Comunicaciones e Información, en el desarrollo del Puesto de Mando de Artillería de Campaña (PCGACA) que finalmente se convertiría en el Sistema Thalos, desarrollo financiado por la DGAM y que constituyó un éxito extraordinario, tanto técnico como comercial, de la española GMV. Hoy todas las piezas en servicio cuentan con dicho sistema.
Ordenador de pieza con sistema Thalos
Aunque la adaptación de la masa oscilante del Obús 155/52 a una plataforma autopropulsada es relativamente sencilla, no se ha abordado la cuestión, ni a una barcaza de cadenas ni a un sistema de ruedas como el Caesar francés. Lo que sí se hizo en su momento fue atender las necesidades del artillado de costa, una vez que sus enclaves fijos dotados de cañones navales se fueron abandonando y dado que tampoco estaba previsto adquirir misiles antibuque.
El diseño de producción del Obús 155/52 SIAC (Sistema Integrado de Artillería de Campaña) se basa en un afuste bimástil, freno hidráulico, recuperador neumático, cierre de tornillo de apertura automática, freno de boca de 3 etapas. Carece de evacuador de gases (sistema que habría que incorporar para el disparo desde cabinas cerradas) o de sopladores de ánima como los que incorporaba el AMX 30. El motor rinde 106 CV con el que alcanza 18 km/h en suelo horizontal.
Hacia 2015, ya como jefe de Ingeniería en el Ejército de Tierra, se encargaron 4 tubos nuevos con el fin de mantener activo el taller de cañones de Trubia. 2 tubos se destinarían como repuesto y los otros dos se instrumentaron (con orificios para la colocación de sensores piezoeléctricos) para uso en pruebas y experimentación de las nuevas municiones. Durante la recepción de dichos tubos en el Polígono Costilla, las discrepancias entre las medidas piezo y crusher, obligaron a abandonar el uso de los medidores nacionales (crusher cilíndrico fabricado en el Taller de Precisión, una actividad en suspenso al integrarse el centro en el ITM primero y el INTA después). Finalmente, los crusher bola que se usan hoy en día se importan de Alemania.
En aquellos apasionantes años de mando en la Jefatura de Ingeniería, tuve la fortuna de asistir en Trubia y el Teleno junto a mi padrino de faja, el general Arturo García-Vaquero, por entonces General Jefe del Mando de Artillería de Campaña, y el actual inspector de los ingenieros militares, el general Rafael Tejada, a la recepción de los seis últimos obuses de la serie fabricados en España. Funcionan razonablemente bien. En mi profesión es muy difícil que un ingeniero vea su boceto inicial convertido en un sistema operativo y yo tuve esa oportunidad gracias al trabajo de muchísimas personas que lo hicieron posible. El Obús 155/52 ha sido, de manera intermitente, mi alfa y omega como ingeniero militar.
En la actualidad España cuenta con 66 Obuses 155/52 APU-SIAC. Además dispone de 16 APU (V07) de los que 4 fueron construidos como tales y 12 obtenidos a partir de la modernización de la versión V06, todos ellos en servicio en el Grupo de Artillería de Costa (GACTA) del Regimiento RACTA nº 4. Cuentan con una dirección de tiro móvil 9KA-410 y software específico para la puntería sobre blancos en movimiento.
En 2015 se exportaron 15 unidades 155/52 APU-SBT a Colombia (de los 25 inicialmente previstos). Uno de ellos sufrió un accidente de fuego en la primavera de 2022. La comisión de investigación del accidente determinó que fue provocado por un error humano al manipular la munición.
Inasequible al desaliento, sigo apostando porque España tiene capacidad y necesidad de contar con un material de artillería de campaña autopropulsada propia. El haber sido autoridad de diseño del SIAC/V07 nos coloca en una posición ventajosa para integrarlo sobre un vehículo de ruedas o cadenas.
Capítulo aparte merece la pérdida de capacidad de desarrollar cohetes de campaña al abandonar el proyecto Teruel tras el fracaso del MC-25. Carencias –autopropulsados, cohete y misiles tierra tierra/mar— que a buen seguro se subsanarán si finalmente el presupuesto de Defensa se va a cercando al 2% del PIB que exigen nuestros aliados.
Imágenes: Google Images
No conocia la pagina, me la envio un amigo. Respecto a lo que cuenta respecto a la historia del 152/55 en el articulo y las personas con las que trabajó, En la misma epoca que usted. empece a trabajar con SANTA BARBARA como maquetista con Barbara Jimenez Alfaro, su padre era el director de CETME, y Javier Quilez me encargo la maqueta del carro LINCE para la empresa. Despues hice bastantes maquetas de armamento y visite instalaciones para desarrollar mi trabajo.
Saludos
Javier Villarroya