Manfredo Monforte Moreno
Dr. Ingeniero de armamento y artillero
De la Academia de Ciencias y Artes Militares (ACAMI)
Holodomor significa en ucraniano matar de hambre; es como se conoce a la hambruna que asoló el territorio de la República Socialista Soviética de Ucrania durante la colectivización de la tierra emprendida por la URSS (años 1932 y 1933), en la cual habrían muerto de hambre entre 1,5 y 10 millones de personas.
Hoy asistimos con espanto a interminables colas para recoger comida a la puerta de las parroquias, centros de distribución de Cáritas y organizaciones de ayuda humanitaria. No llevan cartillas de racionamiento, como las recuerda de su infancia mi suegra (nacida en 1935) en la posguerra y como se ven hoy en nuestra hermana Venezuela; duele ver a compatriotas e inmigrantes (bienvenidos, por cierto) en esta España nuestra, en la Europa del bienestar y la sociedad occidental de los excesos esperando de la caridad su diario sustento.
Trabajo con un equipo de profesionales de la Academia en apoyo al Mando Logístico del Ejército, un organismo que ha centralizado la mayor parte de las adquisiciones para hacer frente al COVID-19. Y lo ha hecho bien; tanto, que sigue trabajando para que no vuelva a pillarnos desprevenidos una segunda pandemia u otro incidente de la gravedad del vivido. Estos militares viven continuamente preocupados por ser capaces de ayudar, sea cual sea la circunstancia de la emergencia.
En 1918 mi abuelo Ambrosio “el anguilero” era un hombre felizmente casado en Catarroja, un municipio albufereño cercano a Valencia. Tenía 4 hijos. La mal llamada gripe española (en España se informaba de la pandemia, no así en los países inmersos en la primera Guerra Mundial, que lo callaron, por eso la bautizaron “española”), mató a sus cuatro hijos y a su mujer. Él, a punto morir y habiendo recibido la extremaunción, sobrevivió. Volvió a casar y tuvo otros cuatro hijos, de los que la mayor era mi madre. Todavía mis primos trabajan en su puesto del mercado central de Valencia. Aún le recuerdo como un hombre equilibrado y sensato, tal vez porque había vivido demasiado. Murió en 1982, tres días antes de mi boda con 96 años. Su segunda mujer, mi abuela Teresa, recibió en su tumba del cementerio de Paterna mis primeros cordones de cadete. Se lo debía. La actual crisis sanitaria me ha recordado esta historia y la de tantos seres humanos perdidos a consecuencia de aquel virus asesino. Después hemos vivido otras epidemias y enfermedades, como el sarampión, la viruela, la poliomielitis o la fiebre aviar del 2003…parece que esta no es ni la primera vez ni será la última.
¿Cómo puede España enfrentarse a una posible segunda oleada del COVID 19? Intentaré explicar mi punto de vista.
1. Todos esperamos la vacuna, pero la posible vacuna puede que nunca exista. No se ha encontrado para el VIH (SIDA) a pesar de las ingentes cantidades de dinero dedicados a su desarrollo. Los virus mutan y de hecho cuando matan, fallan. Quieren invadir, pero no matar, porque la muerte del infectado significa la suya.
2. El VIH se ha convertido en una enfermedad menos letal para convertirse en una dolencia crónica gracias a los fármacos y la energía investigadora desplegada.
3. El esfuerzo debe centrarse en la posible vacuna, por supuesto, pero también en los fármacos que permitan disminuir la letalidad del “bicho” y, muy en especial, en los terribles efectos secundarios del COVID 19. Lo he visto en un amigo y compañero, artillero al que no nombraré en este blog, un exmilitar ejemplar, que habiendo superado la enfermedad sufre secuelas permanentes a consecuencia de los trombos y otras patologías.
4. España no puede ni debe salir de nuevo al mercado a buscar fármacos, vacunas o equipos de protección individual de manera reactiva. Debemos ser proactivos, y la forma de serlo es invertir en las empresas que investigan hoy ofreciéndoles todas las ventajas imaginables para que monten sucursales en territorio nacional a cambio de mantener ciertos derechos sobre sus desarrollos. Para venir a instalarse o invertir, los industriales deben ver voluntad (subvenciones, impuestos…) y seguridad jurídica.
5. El presupuesto nacional debe impulsar el I + D + i en cuanto a las amenazas de carácter biológico o químico y en las tecnologías asociadas. No hay nada más social que proporcionar soluciones sanitarias que eviten enfermedades y sufrimientos a nuestra gente. En España hay medicamentos que no se comercializan por no haber llegado a un acuerdo sobre el precio de comercialización con el Ministerio de Sanidad, lo que favorece el mercado negro.
6. Hace ya muchos años el Ejército mantenía un inventario de industrias susceptibles de ser movilizadas en función de sus capacidades de producción y alineamiento de sus medios en caso de necesidad nacional (se pensaba más bien en lo bélico). Podríamos volver a inventariar las capacidades nacionales en lugar de esperar la buena voluntad de nuestros empresarios (hoteles, industriales, transportistas… por cierto, en el COVID 19, de chapeau, ¡menudo ejemplo!).
7. El mando único implica que los subordinados ceden capacidad de decisión, les guste o no.
La FAS siempre están en su sitio. Nunca lo pierden. Tras la crisis del COVID 19 su imagen ante la sociedad a la que sirven sigue creciendo. Pero tienen que contar con medios adecuados y suficientes. Su trabajo se desarrollará, como dicen los informáticos, en segundo plano y de forma transparente para la mayoría de los conciudadanos. Pero se hará.
Las reservas de material para luchar contra la enfermedad -en detección, prevención, tratamiento y soporte- será de nuevo protagonista. Hablo de hospitales de campaña, fármacos, asistencia a la población, desinfección y muy en especial, si la situación supera ciertos límites, a que nuestros compatriotas más desfavorecidos puedan acceder a un plato caliente en apoyo a ONG,s y bancos de alimentos.
Nuestro Ejército ha sido, es y será un elemento imprescindible para prevenir un hipotético holodomor español.
Ojalá que se equivoquen y no haya un rebrote en otoño 2020.
Imágenes de Google Images
Querido Manfredo, una lectura amena y positiva como todo lo que produces. ¿Me puedo atrever a opinar?
El panorama CV19 es confuso por razones muy diversas, por ignorancia general, porque nos han confundido con tanta información sin contrastar, por la limitación del confinamiento (no nos permite intercambios en vivo y en directo) y por miedo (lo deforma todo).
Tengo varias ideas enraizadas que no consigo desterrar:
Si un virus necesita un cuerpo vivo, como es posible que se contagie con el contacto con un objeto inerte como puede ser un pasamanos o una barandilla.
Un biólogo alemán destaca que es una gripe estacionaria, más dañina que lo normal. Preconiza el efecto manada/rebaño/herd para paliar sus efectos o al menos para…