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Ucrania, Israel y la industria militar española

Actualizado: 31 oct 2023


Manfredo Monforte Moreno

GD (r) Dr. Ingeniero de Armamento. MBA. MTIC. Artillero

AN de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares


Desde las invasiones de Ucrania por parte de la Federación Rusa (2014 y 2022) y la guerra abierta de Israel contra Hamás en Gaza e Hizbolá en el Líbano, Europa parece haber despertado del sopor de la dolce vita y aceptado su papel secundario en ambos conflictos. La posición equidistante del gobierno español, cuando no de comprensión hacia los bandos agresores en plena presidencia de turno de la UE, no hacen sino socavar el papel internacional de España y, en consecuencia, la imagen y el mercado de su industria militar.

Los conceptos de la guerra cambian continuamente, pero nunca como en los dos últimos años por la guerra de Ucrania. La irrupción de miles de drones aéreos comerciales letalizados y el despliegue de eficaces armas contracarro como el Javelin, el Karl Gustav o los más familiares C90, han cambiado radicalmente muchos conceptos operativos aceptados hasta la fecha. Ya no se ven trincheras a cielo abierto, ni bayonetas, ni granadas de fusil o cañones sin retroceso. Tampoco carros cazacarros o transportes mixtos rueda-cadena. Ni siquiera las motos armadas o los globos cautivos encuentran su espacio. Sí en cambio miles de imágenes de drones en acción, carros destruidos desde arriba y helicópteros derribados.

A las acciones militares hay que sumar la guerra económica y global en torno al grano ucraniano, las materias primas, el gas ruso, las ineficaces sanciones… y la amenaza nuclear que, aún en segundo plano, está omnipresente a la hora de negociar o tomar decisiones… India y China se frotan las manos viendo transcurrir los acontecimientos y el desgaste que conllevan para los países occidentales, que van agotando sus reservas de guerra y vaciando sus polvorines y viejos parques motorizados.

Ucrania e Israel cuentan con el apoyo nada desdeñable de los Estados Unidos y de los principales estados europeos, aunque estos últimos con matices por parte de Polonia, Hungría, España y ahora, Eslovaquia. Latinoamérica y África son harina de otro costal.

En Ucrania las armas contracarro y los drones letalizados comparten protagonismo con el empleo masivo de la Artillería de campaña cohete y cañón. Sistemas todos ellos empleados bajo el concepto de disparar y escapar antes de que la reacción enemiga resulte eficaz. Sin duda, los sistemas artilleros con mayor supervivencia han sido los autopropulsados sobre ruedas y cadenas. ¿Sería útil el Ob. 155/52 APU remolcado español en este escenario? ¿Dispone el Ejército español de obuses sobre chasis de camión con cabina protegida 6x6 u 8x8? ¿Transferirá la israelí ELBIT su sistema lanzacohetes a España a la vista de las manifestaciones de algunos de los ministros del gobierno en funciones? ¿Dispondremos alguna vez de defensa misil de costas? Pensemos en ello mientras Marruecos y Argelia se arman hasta los dientes.

Las lecciones aprendidas en la guerra de Ucrania demuestran la necesidad de replantear el diseño de los carros de combate en el sentido de no continuar añadiéndoles gadgets (y peso) y las ventajas de aligerarlos y proteger el techo con algo más práctico que las rejillas-sombrilla que se han instalado de manera improvisada incluso en los Merkava. Como también la reconsideración de los pesados y lentos vehículos de transporte de tropas con la introducción del concepto IFV americano.

Los puestos de mando de las unidades de maniobra (incluso hasta brigada), tendrán que ser móviles y dispersos sobre vehículos tipo Pizarro u 8x8 de silueta igual al de los vehículos de línea, lo que implica la disminución drástica del número de antenas visibles en los vehículos de mando o la disposición de antenas de atrezzo en los de línea. Según los norteamericanos, con 5 vehículos tipo Pizarro debería poder mandarse una agrupación reforzada o una brigada.

El protagonismo de los drones comerciales letalizados capaces de dejar caer municiones caseras impresas en 3D obliga a desplegar sistemas de protección pasiva y activa antidron combinados para contar en un mismo punto de varias tecnologías de protección, desde los equipos de energía dirigida a los elementos de captura, spoofing, antiaéreos, etc.

A la evidencia de que Ucrania resistió durante las primeras semanas el ataque ruso gracias a la inteligencia proporcionada por el Reino Unido y los Estados Unidos y la red de microsatélites desplegada por Elon Musk, se une ahora en sentido contrario el fallo catastrófico de la inteligencia israelí, incapaz de detectar los movimientos que condujeron a las salvajes acciones de Hamás en los asentamientos próximos a la frontera de Gaza, y es que los aciertos o errores de las unidades de inteligencia tienen una influencia definitiva en el desarrollo de las operaciones.

En ambos escenarios de enfrentamiento, el subsuelo ha cobrado una importancia estratégica: tanto los túneles de Azovstal en Mariupol como los de Gaza han condicionado el avance de las unidades exponiendo a los soldados a unas condiciones extremas de combate.

La proliferación de sensores, el uso intensivo de la inteligencia y contrainteligencia artificial para tratar ventajosamente los datos en tiempo real y el hostigamiento continuo a la población civil de forma directa o a través del deterioro de las infraestructuras críticas (negando el acceso al agua, gas, energía eléctrica, alimentación, material sanitario…) han marcado la forma de actuar de las fuerzas combatientes. Es destacable el hecho de que en ambos conflictos se ha producido el secuestro de rehenes civiles: más de doscientos en Gaza y miles de niños en Ucrania como chantaje para el intercambio de prisioneros y como escudos humanos. También en los dos se ha movilizado a cientos de miles de reservistas y se ha retorcido la verdad hasta límites insoportables.


Ucrania es un país minado en gran parte de su territorio; Gaza es una enorme trampa llena de dispositivos explosivos improvisados esperando el descuido de algún soldado israelí. En los dos casos, hacen falta unidades de desminado sobre el terreno y armas como la “esponja obturadora” o el empleo de sensores sísmicos o micrófonos de alta sensibilidad para detectar movimientos bajo tierra… si no permaneciese la población civil (¿?) en la superficie removiendo escombros.

Ni la guerra electrónica ni la ciber han demostrado mayor eficacia que la de negar el uso de algunos medios en momentos determinados. Se esperaba mayor protagonismo de ambos vectores del combate, como también se creía que la aviación rusa aseguraría el espacio aéreo sobre las áreas de acción de sus tropas.

La saturación del espacio con enjambres de drones o el lanzamiento simultáneo de cientos de cohetes se han demostrado como tácticas válidas para disminuir la eficacia de las defensas, como ha sido el caso de la “cúpula de hierro” ante la lluvia de proyectiles dirigidos a territorio israelí.

La logística ha resultado de una importancia trascendental en ambos escenarios, pero en el ruso ha demostrado ser una calamidad. Las fábricas de la antigua Unión Soviética fueron cerrándose o se han privatizado, quedando en manos de empresas con pocos recursos financieros. Las sucesivas llamadas de Putin a su industria para que produjese más y más modernos sistemas así lo indican, una idea reforzada por la compra de material a Irán y Corea del Norte. Asimismo, el cordón umbilical que une la península de Crimea con territorio ruso —el puente Kersh o de Crimea— se ha convertido en un punto débil de la logística rusa junto con la única vía ferroviaria para acceder a él. Las operaciones navales tampoco han sido demasiado brillantes.

Por otra parte, el cierre de los pasos fronterizos de Gaza ha llevado a la población palestina allí asentada al límite de su resistencia. Afortunadamente, en el momento de este artículo, Israel ha empezado a permitir el acceso de ayuda humanitaria desde Egipto (no desde el mar) y ha vuelto a suministrar agua por tubería a la franja.

Los conflictos proporcionan numerosas oportunidades de aprendizaje. Ucrania e Israel nos están enseñando cómo las nuevas tecnologías pueden inclinar la balanza hacia uno u otro lado y que en los despliegues hace falta un sistema de sistemas con múltiples plataformas especializadas en misiones concretas y complementarias: los carros de combate como el Leopard o el Abrams no pueden ganar una guerra por sí mismos, pues necesitan inteligencia, unidades de combate de infantería y caballería sobre ruedas, cadenas y a pie, elementos de ingenieros, apoyo de fuegos, transmisiones seguras, cobertura aérea y antiaérea, medios de vida y una logística ágil y flexible incluso en los largos meses de invierno.

Por supuesto, la doctrina y los procedimientos militares deben estar y están en continua revisión; por su lado, los materiales deben adaptarse a la misión aportando capacidades complementarias y especializadas: el 8x8 Dragón español aportará una nueva capacidad irrenunciable, pero ya deberíamos estar pensando en el nuevo 6x6 que sustituya al obsoleto BMR y el 4x4 que releve al RG31 Nyala. Lo mismo ocurre con el Castor de ingenieros y su homólogo de ruedas o los morteros embarcados.


La agilidad en las inversiones y la capacidad de anticipación facilitará disponer de unas Fuerzas Armadas eficaces, flexibles y transformables que asegurarán la victoria. La clave: evolucionar y modernizar sin olvidar el pasado. No repitamos el error de eliminar las unidades colombófilas porque ya tenemos radios o abandonar las unidades de montaña a lomo cuando los alemanes vienen a España a comprar mulos para sus operaciones en el exterior. Hoy la ballesta sigue en uso: es letal, no hace ruido y resulta insustituible en ciertas operaciones especiales.

Lamentablemente, España carece de autonomía tecnológica y libertad estratégica en materia militar. Muchas de nuestras fábricas se han cerrado o transferido a manos extranjeras:

- Expal es hoy alemana (Rheinmetal), que adquirió la capacidad de fabricación de municiones por 1.200 M€, haciéndose con las fábricas de Páramo de Masa, Murcia, Navalmoral, Albacete, Trubia, El Gordo…

- La fábrica de Granada, que está a punto de cumplir 700 años en activo y es la más antigua del mundo en funcionamiento, es propiedad de la eslovaca MSM, una multinacional con cabecera en un país en el que ha ganado las elecciones un partido prorruso.

- GDELS-SBS es norteamericana en su matriz y europea de corazón; sólo mantiene las fábricas de Trubia y Sevilla.

- La fábrica de Palencia es de la noruega Nammo.

- Se ha perdido la capacidad de fabricar armas ligeras.

- El taller de tubos-cañón de Trubia lleva años sin actividad.

- El arma principal del Pizarro y 8x8 es Mauser y Bushmaster respectivamente.

- Se dejó perder la capacidad de desarrollo de cohetes de campaña.

- Las comunicaciones son en su mayoría de origen foráneo.

- No hay capacidad de fabricar misiles.

- INDRA es semiestatal; la mayor parte del capital es privado.

- En Telefónica ha entrado un grupo Saudí.

- Navantia es la única estatal; sus sistemas de combate (el cerebro del buque) son norteamericanos. El proyecto de un radar 3D español para las fragatas F-110 se torció.

- El 80% del sector de defensa español está en manos de cinco empresas: AIRBUS, NAVANTIA, GDELS-SBS, INDRA y EXPAL. La actividad nacional la desarrollan 390 compañías (casi 600 en el registro oficial de la DGAM). Las tres firmas de Airbus (Defence & Space, Military y Helicopters) suman más de la mitad de todo el sector nacional, el 53,1%. La participación española en Airbus es del 4,1 %. Navantia recibe un 14 %. Queda un 32,9 % de la inversión a repartir entre más de 400 empresas (migajas: 0,08 % para cada una).

- Los centros técnicos de la DGAM se integraron en el INTA (un organismo público de investigación de carácter civil) y perdieron muchos de sus recursos. Haría falta revertir el proceso y pasar lo que fue el ITM de nuevo a la DGAM o al ET como brazo técnico de ensayos, pruebas, recepciones y homologaciones.

- Los ensayos que realiza el INTA (único organismo con 2 centros de ensayos de artillería de campaña, naval o cohete/misil), tienen precios disuasorios para la gran mayoría de las empresas españolas. Hay que tener en cuenta que ensayar armamento es caro per se al tratarse de pruebas destructivas; si a eso añadimos unas tarifas muy elevadas por el uso de las instalaciones, el alquiler de barcos de observación, etc., hace que hasta Expal, FMG o TK3M, por citar algunas, se vayan a ensayar sus productos a campos de tiro en Suecia y otros países, especialmente en la época veraniega cuando los centros cierran por el turismo playero o el riesgo de incendio.

- El cierre de CETME como órgano estatal para la Investigación y el desarrollo tecnológico militar fue otro error de libro. Nuestros competidores tienen dificultad para comprender la errática política española en materia militar, pero se frotan las manos con algunas de las decisiones tomadas en el pasado… y hoy. No entienden cómo un sector estratégico es tratado sin políticas de estado.

Conclusión: al verificar el número anual de patentes españolas, la estructura industrial y las circunstancias sectoriales, se echa en falta una estrategia industrial militar coherente con una política de apoyo decidido a las Pymes y a la I+D+i (en su mayoría de capital 100 % español), una

planificación de las adquisiciones mantenida en el tiempo, el derribo de algunas barreras de entrada al sector (artificiales por la incomprensible reglamentación vigente) y la creación de un consorcio que atienda el desarrollo y fabricación de sistemas terrestres así como la recuperación de capacidades industriales perdidas por la desidia de sucesivos gobiernos.

La innovación se genera en la Pymes: mientras los presupuestos nacionales dedicados a la I+D+i de todos los sectores sigan en torno al 1,4 % del PIB nacional y no crezcan hasta el 2,5 o 3 %, España no podrá competir en igualdad de condiciones en el escenario internacional y se mantendrá como un mero seguidor de las potencias tecnológicas. Si queremos cierta independencia estratégica necesitamos dedicar más fondos a la innovación militar; tal vez la inclusión de la función de planificación en la SDGPLATIN de la DGAM fue otro error al debilitar el esfuerzo impulsor de la innovación.

Para dar luz sobre la descoordinación que existe en España, basta con ver la pelea entre organismos por el personal siempre escaso y poner un ejemplo: el Ejército planteó en su momento la necesidad de contar con un sistema de identificación para vehículos terrestres con el objetivo de disminuir el riesgo de fratricidio en combate. En consecuencia, la DGAM inició un proyecto de I+D para su desarrollo. Indra, adjudicataria del contrato, desarrolló el sistema AMIGOS por 12 M€. A su conclusión, faltaba la verificación del módulo de interoperabilidad OTAN. Desde la ingeniería de la JCISAT del ET, el autor de este artículo solicitó la conclusión del proyecto, a lo que DGAM respondió positivamente. Así, la JCISAT envió un equipo de ingenieros propios y de Indra a EEUU, donde en unas maniobras se verificó la excelencia del desarrollo español y su interoperabilidad con los ejércitos americano y británico, únicos junto a España que habían desarrollado el sistema de acuerdo con el Stanag aplicable. Turquía y otros países manifestaron su intención de compra si España lo incorporaba a sus unidades. Cuando Indra se dirigió a Ejército para conocer sus planes de compra, se le contestó que AMIGOS no figuraba en los planes de adquisición actualizados. Habían transcurrido casi 5 años en el proceso.

Los retornos industriales, que tanto sirvieron en el pasado para crear un tejido industrial alrededor de las grandes adquisiciones (FACA, AMX30, …), parecen olvidados. Tal ha sido el caso del avión entrenador Pilatos, la versión F del Chinook o la adquisición de diversos sistemas de misiles.

Estructuralmente, las mayores inversiones anunciadas por el Gobierno hasta alcanzar el 2% del PIB en 2029, pueden ser un enorme negocio para empresas extranjeras si no se actúa de forma inteligente. Y ello, sin retornos. La creación de una Agencia de Adquisiciones de Defensa puede ser una buena solución al descargar a la DGAM de misiones que hoy le restan potencial en la regulación, impulso y apoyo a la industria nacional y su internacionalización. En algún momento habrá que corregir la anomalía de que el mismo órgano directivo adquiera y verifique la calidad de lo recibido, actuando como juez y parte del proceso (el aseguramiento oficial de la calidad debería ser más independiente de lo que es).

Como afirmé el pasado día 25 de noviembre en la sede de la Real Academia de Ingeniería, dudo que en el mundo haya un país capaz de hacer todo lo que hace (bien) la DGAM española con los recursos económicos y humanos con que cuenta. Su quehacer diario es para quitarse el sombrero, pero necesita cambios y crecer en estructura y medios. ¡Olé por nuestros profesionales, que no tienen horas para sacar los asuntos adelante!

Si la deuda pública y la situación financiera de España lo permiten, vamos a asistir a un incremento presupuestario histórico. Si además de las enormes inversiones previstas se mejoran las condiciones salariales de los profesionales de la milicia, iremos por el buen camino. El argumento de Hacienda “sueldos o inversiones” ya no es válido; nuestros soldados merecen el reconocimiento moral y económico de su sacrificada labor.

Hacen falta cambios y sentido del propósito para alcanzar el futuro que todos deseamos. Aprendamos de nuestros vecinos, socios y aliados. Seamos valientes al plantear los cambios… y rompamos barreras innecesarias entre organismos, pues todos estamos en el mismo barco.


Imágenes: Google images

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