Manfredo Monforte Moreno.
Dr. Ingeniero de Armamento. Artillero.
De la Academia de Ciencias y Artes Militares
En 1986 participé como becario de la Dirección de Armas Pesadas de Santa Bárbara en el proyecto de remotorización del carro de combate AMX-30, un sistema cuyo grupo motopropulsor dejaba mucho que desear –no son los únicos problemas de la transmisión de vehículos cadena que conocemos–. Había sido una compra a Francia por motivos políticos bien conocidos. El problema es que los motores alemanes MTU o MWM no cabían en el vano motor. Finalmente, el Ejército de Tierra desistió de la modernización.
Para sustituirlo se adquirieron mediante un contrato de leasing los carros Leopard que luego se complementaron con la adquisición del Leopardo, un modelo supuestamente españolizado que suponía la cesión de tecnología. Además de un cañón más largo (algo que nunca he entendido), disponía de un sistema de mando y control muy avanzado para su época, el Lince, un sistema de información cuya renovación se abordó hacia 2012 por parte de Indra y Amper (posteriormente Thales) y que hoy funciona satisfactoriamente en las unidades de maniobra del Ejército incluidas las unidades que no cuentan con la plataforma Leopardo. El nuevo desarrollo demostró que los alemanes no habían transferido toda la tecnología del carro, aunque la habían cobrado.
En 2001 se privatiza la Empresa Nacional Santa Bárbara en cuyas fábricas se integra el Leopardo; sorprendentemente, el adjudicatario resulta ser General Dynamics, propietaria del afamado Abrams, un claro competidor del alemán. Hubo que segregar los talleres para evitar el espionaje industrial de los nuevos dueños sobre los procesos del Leopardo.
El reciente conflicto fronterizo entre China e India ha puesto de manifiesto que los carros de combate pesados (los MBT, Main Battle Tank por sus siglas en inglés), como el mismo Leopardo, el Abrams, el T14 ruso o el T99 chino no son apropiados en terrenos escarpados o demasiado boscosos como es la zona caliente entre ambas potencias. Por esta razón, la India ha encargado la fabricación de carros más ligeros y móviles que su buque insignia, el T-90S Bhishma.
Se confirma la teoría de que no se puede poner “todos los huevos en la misma cesta”, sino que es mejor contar con una mezcla de sistemas versátiles capaces de adaptarse por sus características a cualquier escenario. Así, es loable el esfuerzo que España está realizando para dotar a sus unidades terrestres con el moderno 8x8 Dragón que junto con el 8x8 Centauro llenan el escalón más alto de los vehículos rueda. Pero no deberíamos perder de vista la agilidad y menor huella logística de los 6x6 que desaparecerán cuando se dé de baja el sistema BMR/VEC. Ni la utilidad de los 4x4 protegidos para escoltar convoyes o patrullar carreteras. Lo ideal es contar con una familia de distintos pesos, capacidades y prestaciones en lugar de un sistema monocolor que puede resultar demasiado costoso para ciertas aplicaciones.
Pondré un ejemplo: ¿es necesario un vehículo “top” para un observador avanzado, un destacamento de reconocimiento, un vehículo de recuperación, uno de zapadores o una ambulancia? ¿Sería posible contar con nuevos obuses de campaña y lanzacohetes sobre plataformas 6x6 como el Caesar francés? ¿Cuántos modelos distintos de estación de armas (torre) son necesarias para un ejército como el español? Estoy convencido de que el lector sabrá contestar las preguntas con más criterio que el mío.
En cuanto a las cadenas, partimos en España (dejamos al margen los anfibios de Infantería de Marina) de los vehículos de transporte -el veterano TOA M113 y sus derivados, M577…-, la artillería autopropulsada -que parece estar pidiendo cambios-, la familia Pizarro y el Leopardo. Fijándonos en este último, la evolución de la tecnología parece aconsejar el desarrollo de un nuevo sistema, una idea que firman conjuntamente Alemania (Leopard 130 mm) y Francia (AMX56 Leclerc) y a la que quieren atraer capital en forma de participación industrial, que como en el caso del Eurofighter Typhoon o el A400 M depende del dinero aportado, que en nuestro caso suele ser residual por motivos presupuestarios y de tamaño país.
Una de las cuestiones cuando pensamos en sistemas militares cuyo ciclo de vida se extenderá más allá del 2050 es si en una década seguirán siendo tripulados y mucho menos si lo serán sus torres, que penalizan enormemente el peso y volumen, interfieren con su cesta en la barcaza y suponen una complicación innecesaria cuando se mira hacia el futuro con mente abierta.
La pregunta es si queremos seguir siendo cola de león o preferimos ser cabeza de ratón. Si la respuesta es lo primero, unámonos al proyecto franco alemán con la esperanza de al menos poder fabricar en España los nuestros… en las fábricas de General Dynamics y que Indra, Tecnobit o GMV entre otras puedan suministrar algunos componentes para toda la flota, aunque en la proporción de nuestra inversión.
¿Seríamos capaces de liderar el proyecto de un futuro carro de combate? Es obvio que no, pero ¿y si nos aliamos con otros países, como por ejemplo Italia, Turquía, Grecia y Portugal? O lo que es lo mismo, los PIGS más los turcos. En ese caso seguro que sí. Entre todos tenemos tecnologías, capacidades, experiencia, conocimiento y MERCADO que garantice el retorno de la inversión. Una viabilidad que se multiplicaría en caso de contar con capital y pedidos de los países árabes.
Entonces, ¿por qué seguir siendo seguidores de los países que nos miran por encima del hombro si somos capaces de hacer los mismo que ellos o mejor? Empresas como las italianas Officine Galileo, Leonardo, Fiat o Sekur, las españolas GD Santa Bárbara Sistemas, Escribano, Navantia, Expal, las ya citadas Indra, Tecnobit y GMV, junto con las turcas Otokar, Roketsan o Aselsan tienen en conjunto capacidades más que suficientes para abordar un proyecto de esta magnitud.
No se trata de hacer un carro nuevo, lo que supondría I+D simple y llana, sino de que el mercado propio y externo haga rentable el proyecto (es decir, la i minúscula de I+D+i) en el que la innovación sea el leit motiv de la necesidad a satisfacer.
Imágenes de Google Images.
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